viernes, 29 de agosto de 2008

EL COCOTREN DE ALIPIO



Al llegar a Nueva York este viernes temprano la primera persona del medio con la que me he encontrado es con mi amigo de más de 30 años Alipio Coco.
Nueva vez coincidiendo en el apartamento de mi carnal Milagros.
Abro el equipo patátil para revisar el correo y veo que la señal wifi que dejé instalada en el viaje anterior, que estaba abierta, fue codificada.
Por suerte Alipio tenía la clave y tras varios intentos por accesar al sistema por fin logré entrar.
Comienzo a navegar, pero Alipio tiene que irse a preparar la pre-producción de su programa de radio en la emisora La Kalle, como siempre viajando en el tren "A" cuya estación está a una cuadra.
Tiene una jeepeta nueva parqueada frente al building, pero el dice que prefiere moverse en el tren porque a diferencia de otros lucutores de gran popularidad en la urbe que lo consideran denigrante, a el le gusta mezclarse con la gente sencilla en el sistema de transporte masivo.
"La gente se asombra de verme viajando en el tren, pero eso me permite interactuar con ellos, enterarme de sus cosas, vivir la cotidianidad y el día a día, que luego devuelvo en la animación que ofrezco en el programa", dice Alipio.
Mucha gente no le concederá importancia a eso, pero creo que es una de las claves de su éxito en la radio de Nueva York, un medio tan limitado, pues se pueden contar con los dedos de una mano las emisoras latinas que hay en la plaza.
Muchos han intentado llegar a esa radio y no han podido y o otros que lo han logrado no han podido mantenerse.
Pero ahí está Alipio como primerísima figura de la radio hispana.
He ahí de donde abreva para alimentar la gracia y la dinámica que genera en su trabajo.

Le dió resultado a Yaqui

Eso que hace Alipio fue lo que le dió resultado a Yaqui Núñez cuando era publicista.
Cuando el programa Nosotros a las Ocho se transmitía por Radiotelevisión Dominicana, al finalizar siempre los integrantes se iban a comer sandwiches y a tomar batidas de lechoza con leche en la cercana barra Manolo.
Sentado frente a la barra, escuchaba a la gente haciendo sus pedidos y hablando en su lenguaje coloquial.
De ahí fue que tomó las expresión de "no me caliente el tomate", y "mira como viene esa guagua" para un comercial que se convirtió en uno de los favoritos de la televisión y la radio en los años 70.
La gente se identificaba con el mismo porque se le hablaba en su propio lenguaje.
El contacto con la gente para conocer su idiosincracia, sus gustos, hábitos y costumbres, es lo que hace la diferencia entre un creativo publicitario exitoso de los que ponen su oido en el corazón del pueblo y aquellos que operan desde una oficina acolchada, en un ambiente aislado, impenetrable, de aire acondicionado, sin ningún contacto con el exterior.
El político, el publicista, el realizador de un programa popular, tiene que mezclarse con la gente para entenderla y poder hablar su lenguaje.
Eso deberían entenderlo los "niños perfumados" de "plástico", que quieren ser populares sin bajar al grajo.
FOTO:
1.- Alipio Coco
2.- Yaqui Núñez (Foto. Archivo Dr. Lulo Guite)

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NIURKA BAEZ,
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