Joseph Cáceres

Señales en grande

El canal Señales TV  del periodista Euri Cabral  ofreció una contundente demostración  de categoría y dimensión en la celebración de su segundo aniversario, no solo por el relieve de la figura invitada a su cena conferencia en el hotel Sheraton de esta ciudad, sino también por el relieve, el despliegue  y la organización que se puso en práctica en el evento.

Tratándose de un actor de Hollywood el conferencista TC Stallings, estructuraron un "performing" espectacular, desde la misma entrada a la gran carpa del Malecón Terrace con alfrombra roja y lobby de recibo, la disposición de azafatas para acomodar a los invitados, el despliegue de recursos técnicos  de visualización, sonorización y recursos gráficos, además de las eficientes atenciones del personal de servicio, que hicieron de este evento uno de los de mayor implacto de su género.

Y qué bueno que lo haga un canal de televisión pequeño, pero  manejado con mucho criterio.

Hay canales grandes, que facturan todo el dinero del mundo, que no se gastan ni una menta en una celebración aniversaria, exceptuando, claro está, a Telemicro que como saben, se monta por todo lo alto en su cumpleaños en el Estadio Olímpico cada año.

Pero Señales TV celebra, desde su óptica, un cumpleaños muy orgánico, que por su condición de televisión cristiana procura sembrar valores, sin tener por ello que necesariamente cobijarse bajo el manto de la llamada cultura de miseria.

Cambios desde la ortodoxia

Anteriormente se conceptualizaba que todo lo religioso tenía que ser miserioso y pobre, hasta que la fe y la religión devinieron en cambio sustanciosos, de cara a los nuevos tiempos.

Es lo que explica que hoy día cantantes cristianos  ocupen sitiales de primer orden, a veces superando a los exponentes e intérpretes que se desempeñan en la esfera secular, sin desmeritar de su condición, articulando un lenguaje y una expresión de este tiempo.

La imagen de la cristiana de falda hasta los tobillos, con su biblia bajo el brazo, tocando puertas para vender la revista Atalaya y Despertad ha tenido que abrir campo a una modernidad  que le permite a la religión llegar más.

Más que ostentación, constituye un sesgo a los criterios rancios y adocenados que mantenían el culto y la religión en un plano ni siquiera secundario, sino terciario, en la apologética concepción del cristianismo.

Creemos en la prédica de la fe acendrada, pero que pone límite a la ortodoxia  rancia y cosmética que muchas veces no es más que una mampara, que articula un lenguaje paródico y una prédica de corral que se cobija a veces bajo una corona de espinas de las que venden en las mismas tiendas donde se exhiben réplicas del Santo Grial.