REPLAY: publicado hace 9 años

viernes, 11 de abril de 2008

LA DIFICIL PROFESION DE CRONISTA DE ARTE

Uno de los aspectos más envidiados del trabajo de los cronistas de arte, es el concerniente a las mujeres con las que necesariamente tiene uno que vincularse y que a veces forman parte de la fantasía de colegas que están en otras áreas.
Gente que en la redacción cubren la fuente policial, la de salud o la del palacio de gobierno, por poner ejemplos, no miran bien al cronista de arte pues se han fijado la idea de que el trabajo que uno hace es muy fácil.
Algo parecido sucede con las cronistas sociales.
En El Nacional Bonaparte Gautreaux decía que a Magda Florencio le pagaban para que escribiera “de panties”.
No conciben que al cronista de arte se le pague dizque por estar en los “shows”, en fiestas, en ambientes de tragos, codeándose con bellas mujeres cantantes y bailarinas.
Y no es para menos. En los años setenta y ochenta, los periodistas de arte eran los “niños lindos” de las vedettes, cantante y baiarinas.
No en vano hacían fila esperando que terminara el segundo show del José Night Club para cada quien recoger a la “amiga” que tenía en el elenco.
La mía era Jeanette Collins (ven que me puse, para que no digan)
Pedro Araújo, Napoleón Beras, Carlos Batista Matos parecían los “wachimanes” del José Night Club, mientras Carlos T. Martínez “prestaba servicio” en el Sexto Sentido del italiano Giani Sangrozi, donde también había una revista de exhuberantes bailarinas.
Cuando salía la de Napoleón Beras lo primero que éste hacía era cargarle el neceser para que nadie se la interceptara, pues habían unos vivos que a cualquiera lo “tumbaban”.
Porque si te descuidabas, venía un "león" y se la llevaba.
Y no había "cuerda"más grande que aquella que se le daba a quien después de mucho madrugar lo dejaban "oliendo donde guisan" o como "perico en la estaca".
Y como el segundo “show” era muy tarde, había uno que llegó al colmo de llevar un termo de café para no dormirse mientras esperaba que terminara.
De Mundito Espinal ni hablar. Era el “gendarme” de Mayra El Ciclón del Caribe y de la fenecida Facelys Domínguez.
Mundito era sin duda el tipo que mejores mujeres del medio “ligaba”.
Por cierto, recuerdo la ocasión en que estaba de moda la vedette Iris Chacón, en que se anunció su presentación en el país.
El difunto Orlando Martínez, siendo nosotros editor de espectáculos de la revista Ahora y de El Nacional, se nos acercó para solicitarnos algo.
-Joseph, viene Iris Chacón, y yo soy loco con ella. Es la mujer de mi fantasía- me dijo.
-Si, tengo el propósito de entrevistarla cuando llegue- le aduje.
-De eso se trata. Mira, yo quiero estar presente cuando tú vayas a hacerle la entrevista.
-Vas a preguntarle algo?
-No..yo lo que quiero es verla de cerca. No voy a participar en la entrevista, ni quiero que le digas que yo soy el director de la revista. Es una fantasía que tengo con esa mujer. Quiero verla de cerca.
La petición me pareció ingenua, hasta infantil, pues no podía concebir a un periodista tan intelectual, la figura máxima de la comunicación y la más influyente en esos tiempos, pidiéndome a mi esa pendejada
Pero en modo alguno podía dejar de complacerle, porque además me lo estaba pidiendo mi jefe.
Así que cuando llegó la Chacón, que hicimos la cita de la entrevista me fui con Orlando al hotel El Embajador donde estaba alojada la artista.
Ya en la suite presidencial hice la entrevista a Iris acompañado de Orlando y de un fotógrafo.
Nunca podré olvidar la cara de Orlando “embobado” mirando aquel portento de mujer, sentado en una butaca casi soltando "la babita".
Mientras preguntaba y ella hablaba Orlando parecía viajar por las nubes en una especie de éxtasis.
Lo miraba de reojo y llegó un momento en que pensaba que se iba “a poner malo”’.
Pero siempre se comportó con mucha timidez sin denotar todo lo que bullía en su interior.
Cuando nos marchábamos Orlando era el hombre más feliz del mundo, agradeciéndo el haberle llevado.
Así de muchacho ingenuo era Orlando...