miércoles, 9 de agosto de 2017

Analizando

Más sobre la errática táctica de opacar a los cantantes de orquestas
Por Johnny Arrendel
En otros tiempos mucha gente veía la actuación de orquestas como “La Selecta”, de Raphy  Leavy, y se preguntaba qué papel jugaba, cuál de los músicos era él, o si se trataba de uno de los cantantes.

Incluso, algunos confundían a Leavy con su vocalista  principal, Sammy Marrero.

Lo mismo pasaba con orquestas como la de Bobby Valentín, Tommy Olivencia mientras que casi todo el que seguía la música tropical podía señalar a Rafael Ithier, director del Gran Combo, quien ha sabido brillar como cabeza de la agrupación sin competir con el protagonismo de los vocalistas.

Muy pocas veces el gran Jairo Valera, fallecido en 2012, asumió como intérprete de uno de los temas de su Grupo Niche, pero su presencia es transversal en esa institución artística, al punto que aunque estuvo preso entre 1995 al 99, nunca su impronta se redujo.

Johnny Ventura, el merenguero de mayor estatura profesional, jamás ha sido mezquino en dejar que sus compañeros músicos, cantantes y hasta algún asistentes se proyecten y desarrollen,  y eso jamás le ha restado, al contrario, demuestra su grandeza.

Hay una anécdota que Joseph Cáceres podría confirmar, pero se decía que entre los años 80 y 90, Roberto de Castillo pegó un tema fuertemente en Chile y cuando Johnny Ventura fue contratado para actuar en esa nación austral no tuvo reparos en que la figura que se mercadeara  para introducirse a ese mercado fuera la de su corista.

Wilfrido Vargas, no era buen intérprete, no bailaba y se le cuestiona como instrumentista, pero se las arreglaba para ser el que más llamaba la atención en su banda Los Beduinos. 

Sin embargo, nunca fue obstáculo para que los integrantes de sus masivos frentes fueran bien mercadeados.

Uno de los atractivos que tenía la propuesta de Wilfrido, como también la de Ventura, era que en cualquier momento, uno de sus integrantes, no necesariamente de los cantantes, tomaba el protagonismo y encontraba la oportunidad de robarse el show.

Y es que si un líder no es la principal voz de su orquesta, o bien, nunca canta, deberá tener sus trucos para llamar la atención, ya sea en el baile, en los gestos, en su estilo o ser un instrumentista fuera de serie, pero nunca deberá tratar de relegar a los vocalistas principales, es un error.

Ahora bien, la caída del negocio del disco en la forma que se desarrollaba hace unas décadas, transformó la industria del espectáculo y llevó a los líderes que eran cantantes a acaparar todas las grabaciones mientras lo que quienes simplemente fungían de músicos y coristas pasaron a interpretar sus temas.

Eso se dio más que nada en el merengue, pero también en la salsa, con exponentes como Willy Colón, que así simplificaban su oferta y podían viajar solos.

Para el negocio del merengue, esta realidad cortó el proceso de renovación, ya que no hay relevos que se posicionen cíclicamente desde la plataforma de las principales orquestas. 

Pero los directores de orquestas que van en auge, que aún están en pos de alcanzar su pico de popularidad, no pueden estar empeñados en impedir que sus cantantes se popularicen. Lo que deben es firmarlos por un tiempo razonable y luego permitir que sigan su expansión.

2 comentarios:

  1. Entonces sería como empezar de nuevo para la orquesta en sí y para el mismo vocalista , tú crees que esa sería una solución válida ? Yo no creo. Víctor Velez Ny

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  2. Entonces sería como empezar de nuevo para la orquesta en sí y para el mismo vocalista , tú crees que esa sería una solución válida ? Yo no creo. Víctor Velez Ny

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