lunes, 19 de abril de 2021

La mira puesta en Los Haitises

Que nadie ose hollar espacios del sistema nacional de áreas protegidas o lo que queda de la valiosa virginidad de montes y ríos servida por la naturaleza a una nación que debe protegerla contra todo intento de destruir sus recursos.


Desde el año 2015, las hachas y machetes están en alto, empuñados desde las ambiciones de parcelar el Parque Nacional de Los Haitises, en el noreste, productor de aguas, de purificación del aire y de otros favorables aportes a la vida.


Imprescindible preservarlo para una equilibrada interacción entre los humanos y el ambiente.

La pretensión de alterar sus límites con amputaciones groseras y extrañas anexiones para aparentar que un proyecto de ley aumentaría su superficie en vez de disminuirla, debe quedar condenado a desparecer totalmente de la agenda legislativa.


Llegando más lejos en la protección del verdor e hídricas riquezas de esa área, vedada a toda clase de explotaciones, las autoridades deben redoblar la guardia e impedir que prosigan, sobre la vegetación y suelos del parque silentes usos agrícolas e ilegales extracciones.


A medida que el país crece en todo sentido y se multiplican sin freno las ambiciones de lucro, más intenciones se dirigen a los bienes no renovables.


Nunca como ahora resultó tan necesario dotarse de un efectivo ejército de vigilancia y persecución de deforestadores y de extractores de materiales en lechos de ríos, siempre dispuestos a transgredir.


Consumos bajo poca restricción

La sociedad dominicana no está totalmente blindada contra el avance que logran ingestas de potenciales daños a la salud física y emocional, con riesgos de adicción y demasiado acceso a los menores de edad.


Los comercios de toda índole y lugares deciden con libertad expender bebidas espirituosas. La prohibición de despacharlas a adolescentes y niños es objeto de burlas cada vez que estos se proponen pertrecharse de botellas donde quiera. Licencia para la prematura embriaguez.

Los colmadones prosperaron por la tolerancia, nunca vista en países de efectiva protección social, que sitúa a los alimentos y otras mercancías de utilidad para hogares, a confrontar la competencia en los aparadores de sustancias que encierran violento impacto sobre los sistemas nerviosos. Ahora van a los tramos las mezclas más tóxicas. (Editotial de HOY)


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NIURKA BAEZ,
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