Joseph Cáceres

 Un coronel, de nombre Báez Severino, se tomó atribuciones draconianas en Monseñor Nouel, Bonao, ordenando la suspensión de una actividad festiva, pasándole por encima a una disposición estatal que en los días festivos de la Navidad permitía la extensión del horario de expendio de bebidas alcohólicas.

Los afectados llamaron al senador de la provincia Héctor Acosta, quien de inmediato trató de ponerse en contacto con el coronel de marras, quien en un gesto prepotente, altanero, poco social, como son algunos oficiales del país, se negó a recibir la llamada.

Héctor Acosta se quejó de su actitud y escribió en las redes que tenía que irse de la provincia, con justificada razón, porque alguien así no puede estar ejerciendo funciones de manera altanera y temeraria en un pueblo sano y progresista como el de Bonao.

El senador se atrevió a enfrentarlo, lo que nadie hace cuando se trata de una llamada “autoridad”, que no es más que un patán.

Lo sorprendente es que se trata de un coronel que tiene quien le escriba, diferente a la novela de Gabriel García Marquez de “El Coronel No Tiene Quien le Escriba”.

Han aparecido unos botafumeiros, paniaguados, bicéfalos, pretendiendo enmendarle la plana al senador que más ha hecho por la provincia Monseñor Nouel en menos tiempo. Que además, en su condición de artista, defiende con mayor vigor y rigor a su clase.

Sorprende tanta mendacidad y estulticia de quienes lo hacen.

Pero no pasarán. Hay hechos, acciones, obras, que están por encima de las tareas de conspiración.