Joseph Cáceres

El país donde todos queríamos tener un programa de televisión

-La belleza nunca sustituirá al  talento-

Por Orlando Holguín

JOCHY SANTOS

Me acerqué a la televisión cuando era harto difícil penetrar a ella. Fue la época del mejor círculo de humoristas de todos los tiempos: los integrantes del cuadro de comedia de El Show del Mediodía. Esto ocurrió en el año 1982. Finalmente, logré entrar a los medios en el año 1996, gracias a Cacheíto y a Rafael Alduey.

Si era difícil para esa época entrar a la televisión, más lo era aspirar a tener un espacio propio. Es más, eso era una idea descabellada. Muchas figuras establecidas lo intentaron y fracasaron.

A mediados y finales de los 80’s comienzan a surgir con proyectos independientes muchos de los hoy non plus ultra de la pantalla chica: Roberto Salcedo, Jochy Santos, Nuria Piera, Milagros Germán, Tania Báez, Mariasela Álvarez, Jatnna Tavárez, Nuria Piera, Domingo Bautista, entre otros.

NURIA PIERA

Algunos de ellos hoy son ricos, pero ha sido gracias a su esfuerzo, perseverancia y trabajo. Es decir, si hacemos un cálculo,  el saborear los frutos les ha costado unos de 30 años de arduo trabajo. Llevan una vida muy holgada, se mueven en suntuosos automóviles, poseen lujosos apartamentos o casas y otras propiedades, pero  tienen también el respeto de la sociedad. Ahora se ríen con la muela de atrás, pero no creo que puedan olvidar “la pela” que cogieron, aunque en ocasiones el dinero puede cambiar a la gente y provoca que no recuerde lo tortuoso que fue llegar, manifestándose diferente con los que antes estuvieron a su alrededor, pero eso es ley de vida aquí y en la conchinchina.

Los que tenemos un humilde programa de televisión, sin  soportes extraños, sin “amigotes” que te metan la mano con unos “duros”, sin personas que salgan a depotricar contra uno, pregonando a todo pulmón que eres un tramposo y no le paga a nadie, nosotros sabemos lo que se vive. 

DOMINGO BAUTISTA

Los que sólo contamos con un equipo de personas que se entrega a la causa, esperando algún día que las cosas florezcan, vivimos en carne propia lo que significa producir un programa de televisión y eso les ha pasado a casi todos los que hoy saborean las mieles que les dan sus espacios, y es que en la vida el triunfo no empieza por arriba y cuando así sucede el fracaso podría estar más fácilmente al doblar de la esquina.

Me atrevo a afirmar que no hay un país con más programas de televisión per cápita que el nuestro y la gente se pregunta cómo muchos de ellos se mantienen. 

A finales de los 90’s y principios de la primera década del nuevo milenio (2000), comenzaron a surgir una caterva de jóvenes (sobre todo muchachas) que querían tener sus propias producciones. Esto no es criticable, lo cuestionable es que algunos quieran hacerlo aun tengan unos cuantos meses frente a las cámaras. Incluso, el hecho de que usted haya pasado por una buena cantidad de producciones televisivas, no garantiza que él éxito le va a florecer inmediatamente arranque con un proyecto propio. 

Llama la atención ver cómo a una varsa de jovencitas inexpertas, sin preparación, sólo con un cuerpo deseable, a base de haberse “rajado” hasta el tobillo para lograrlo, consiguen espacios, les dan buenos horarios y mantienen un programa de televisión, no obstante sólo tengan las promociones del propio canal para hacer una pausa. A esto hay que sumar que se habla de algunos talentos femeninos que no son dueños de programas, pero que se mantienen en el medio gracias a los “patrocinios” especiales que consiguen. 

MILAGROS GERMAN

s Lamentable que se les abran las puertas más fácilmente a esos maniquíes rellenos que a personas capacitadas y quizás con proyectos por lo menos aceptables, por no decir buenos, como se quejaba mi amigo Miguel Alcántara, guionista estudiado, con trabajo probado y un verdadero fajador.

Pero no importa que se arreglen la nariz, que se hagan los pómulos, que se hinchen los labios, no importa que se estrechen la frente, que se saquen dos costillas, que se enderecen el tabique, que se achiquen las orejas, que se pongan nalgas, que se arranquen el estomago con todo y esófago, que se pongan las tetas más duras que un block de acero, y tampoco importa que a ellas les abran las puertas con más facilidad al tocarlas, aunque luego se lo cobren con creces. 

Nada de eso tiene importancia y los hechos están ahí. Definitivamente, la belleza, y mucho menos la artificial, óigalo bien, la belleza nunca estará por encima de talento, aun vivamos en esta selva, donde el colorcito de una “desteñía” y una “carita” a veces valen más que la preparación, la experiencia y el trabajo. 

Al final de cuenta, si no se dan por vencidos, se quedan en la cima los que tienen capacidad y trabajan arduamente, sin padrinos especiales, sin “tíos” o patrocinadores un tanto peculiares.  Los demás pasan al olvido, como ha sucedido con muchas muñecas hechas en el quirófano. Para mala suerte, los galenos de la estética arreglan el cuerpo, pero no el cerebro.