En la época en que hacía horario en la redacción de El Nacional, la parte que menos me gustaba era cuando tenía que hacer servicio en la tarde una vez a la semana.
Ya con el periódico en imprenta, la redacción se vaciaba y solo quedaba un periodista para cubrir las emergencias que se presentaran en la tarde.
El problema era que cuando me tocaba hacer servicio en la tarde, me veía imposibilitado de estar presente en mi programa de radio a las 5:00 de la tarde.
Por suerte siempre lograba que Alipio Cocco me cubriera el turno para yo poder ir a la radio.
Naturalmente, que no era de gratis.
Para que Alipio se quedara en la redacción le pagaba con una órden por valor de 10 pesos de consumo en la discoteca El Carretón en el Ensanche Luperón, propiedad de Chery Jiménez, que anunciaba en Arte Nacional en Radio por intercambio.
Diez pesos en ese entonces alcanzaba para un Brugal y tres refrescos, es decir “un servicio”, que el amigo Alipio disfrutaba a plenitud en el Carretón.
El 17 de marzo del 1975 preferí hacer el servicio semanal vespertino, porque
venía Semana Santa y había que entregar por anticipado todos los trabajos de la revista Ahora!, en la cual también laboraba como editor de espectáculos
Hablaba por el teléfono de la redacción cuando alguien se me acercó y me hizo seña de que deseaba decirme algo.
Era Orlando Martínez, quien fungía como director de la revista Ahora.
-Líder, cuando termine con el trabajo páselo por debajo de la puerta de mi oficina, que me tengo que ir. Recuerde que tenemos que adelantar todo por la Semana Santa- me dijo.
Lo recuerdo como ahora, con un pié de barba, y sus clásicos espejuelos.
Tras decirme eso, abandonó el recinto mientras nosotros nos dedicamos a terminar el trabajo de la revista.
Esa sería la última vez en que lo vería.
Cómo imaginar que en el colmado de la esquina,
un grupo de criminales velaban su salida para perseguirlo y ejecutar uno de las más abobinables crímenes del gobierno de los doce años de Balaguer.
Fui el último de sus compañeros en verlo, y el primero que recibió la noticia, cuando sonó el teléfono dando cuenta de que habían baleado a Orlando.
Tras avisar a los ejecutivos del periódico en sus hogares, nos dirigimos al hospital Lithgow Ceara (antiguo Marión), contiguo al recinto de la Universidad Autónoma, donde balearon a Orlando, donde el personal de servicio nos dio la noticia de que no pudieron hacer nada para salvar su vida.
Esa noche, la noticia se regó como pólvora y un manto de llanto y de espanto cubrió el país con una de las noches más oscuras que hoy a 33 años recordamos.
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CORRECCION ; EN 1975 UN SERVICIO COSTABA MUCHO MENOS DE 10 PESOS YA QUE PARA ESA FECHA A UN JARDINERO SE LE PAGABA10 PESOS MENSUALES Y ERAN MUCHO CUARTO
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