lunes, 21 de julio de 2008

PUBLICADA EN EL PERIODICO EL NACIONAL

ARTE NACIONAL
Por Joseph Cáceres

Una fosa común

A los Grammy se le señala el hecho de que se trata de un premio de la industria de la música y que
como tal dista mucho de ser un certámen “quimicamente puro”. Pero si esa no fuera su “denominación de orígen”, tampoco sería posible alcanzar ese nivel de pureza.
Al ser el resultado de un proceso humano, dificilmente puede estar exento de sedime
ntos contaminantes .
Sin embarg
o hay que reconocer en ese premio que tienen sus reglas bien claras y que en aras de preservar la categoría del mismo, no se andan con banales contemplaciones con las que muchas veces se pretende justificar la falta de eficacia.
Si un género musical no alcanza el volúmen de por lo menos 40 producciones al año, pues sencillame
nte pierde su casilla de premiación, como le sucedió a nuestro merengue, que ahora tiene que estar adocenado con otros ritmos para ser considerado como parte de un paquete y no de manera individual como sucedía anteriormetne.
Aunque la comparación
pueda parecer odiosa y cruel, pienso que es lo que más se parece a un entierro en una fosa común.

Con Dios y con el diablo


En el Grammy no advierte uno que se siga premiando un género cuyo volúmen de producción en la industria ha colapsado, como suele suceder en premiaciones
patern
alistas que se rigen por patrones donde muchas veces lo que predomina es el interés de “ayudar”, “estimular” y no propiamente el evaluar y premiar el real desempeño.
Es quizás tiempo de que sin abandonar el propósito esencial y primario de “premiar y estimular el arte en sus diversas manifestaciones”, vayamos pensando en ser más selectivos y aplicar con mayor rigor los criterios que norman nuestras premiaciones.

No se puede seguir “dando más de lo mismo”, estimulando a gente y actividades que no se lo merece.
Por lo menos, ello es parte del espíritu que hemos podido ver ha comenzado a primar en el seno de Acroarte y su premio Casandra a juzgar por los criterios y las posiciones que se discutieron en las reuniones de evaluaciones del recien pasado fin de semana. La presidenta Marivelle Contreras y los demás directivos de Acroarte dieron claras muestras de que están empeñados en elevar el nivel de valoración y de exigencia para la escogencia de los nominados a los premios, eliminando con tiempo a los que nada tienen que buscar en una premiación que debe estar reservada a la excelencia.
Ojalá que así se mantenga hasta el final.

Todo dependerá de la firmeza conque en lo que resta del proceso, que se considera el tramo más importante, se pueda mantener a raya a la batería de relacionadores públicos que suelen aparecer en forma abierta o encubierta, tratando de incidir y de manipular la premiación.

De igual manera depende de qué tanto se pueda controlar la perniciosa posición de aquellos que siempre han querido estar bien con Dios y con el diablo.
josephcaceres89@gmail.com

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