El director de Migración se declara incompetente para controlar el problema de las haitianas que se dedican a pedir dinero en las calles de Santo Domingo, como parte de un negocio de una "mafia'' que las trae desde HaitÌ y las distribuye en las intersecciones de mayor tráfico vehicular. Y lo que cometen esas mujeres con esos niños pequeños que llevan en sus brazos es un verdadero abuso...
Se han fijado en que siempre están durmiendo?. Pues claro, los adormecen con una sustancia adormecedoras que les echan a los biberones con agua de azúcar, para que no estén despiertos y no "fuñan'' mientras ellas piden sus chelitos.
Se pasan el dia entero durmiendo, desnutridos, sin que ninguna sociedad protectora de niños proteste y dé la cara por ellos.
Claro, se trata de niños haitianos que no tienen dolientes...
Y cuando vienen a ver son alquilados a las verdaderas madres, que también son unas buenas bandidas.
Aquí alquilan hasta a los minusválidos para pedir en la calle, como se pudo ver en un reportaje que se hizo una vez en el programa 9X9.
Y dice el de Migraciín que no tiene capacidad para controlarlos.
Claro, como ahí no hay 'picada'', es preferible perseguir a los ''cueritos" de la calle que son las que tienen que ''cantearse'' para no amanecer presas en el destacamento de Radiotelevisión Domincana.
A cualquiera matan de un susto
Por cierto, en una ocasión en que me encontraba en Río de Janeiro y me dirigía con el colega periodista brasileiro Fiko Damora hacia una discoteca en el centro de la ciudad, quedé sonrojado con algo que vi en la calle.
Había una gran cantidad de mujeres en ambos lados de la vía y cada vez que nos deteníamos en un semáforo, las mujeres que estaban en la intersección se levantaban la falda para mostrar su parte pudenda.
La primera vez que lo vi pensé que se trataba de una loca de esas que aparecen en todas partes, pero a medida que íbamos avanzando otras hacían lo mismo.
Se levantaban la falda, sin panties, para enseñar “la cuca”.
Fiko seguía conduciendo su Renault Laguna y me miraba de reojo con una sonrisita maliciosa y sospechosa, como gozando con las mujeres que me "retrataban" en la calle.
-Oyeme, y qué vaina es la de todas estas mujeres levantándose la falda?- me decidí a preguntarle.
-Lo que sucede es que hay tantos travestis mezclados con ellas, tan difíciles de reconocer, que para demostrar que son verdaderas mujeres tienen que enseñarlo-me dijo.
-Anda pal’ carajo, ofrézcome!
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