domingo, 23 de noviembre de 2008
DE MIS MEMORIAS
OFICIOS QUE MATAN
En una ocasión en Puerto Rico, en un baile que amenizaba el cantante Hansel en una discoteca
pequeña, pero muy acogedora, se anunció un concurso para seleccionar a la mejor pareja bailadora
de merengue.
A la ganadora le sería obsequiada una botella de Don Perignon "cortesía de la casa".
La mayoría de los presentes era puertorriqueños, por lo que Hansel me pidió que concursara en
representación de la República Dominicana.
Ni tonto ni perezoso, invité a una muchacha muy bonita de la mesa de al lado, que hacía rato
estaba mirando y ella también a mí, pues las mujeres boricuas no se andan con mucho rodeo en
materia de "ligues", ya que como muchos deben saber, lo suyo no es "para mañana", es "friendo y
comiendo''.
Ella aceptó gustosamente y formamos tremenda pareja.
Y aconteció que ganamos el concurso, decidido por aclamación del público.
Con el premio de la botella de champagne nos sentamos juntos para compartirla.
Se me dió, pensé...
El caso fue que entre sorbitos de champagne y camaradería conversaba y bailaba con la muchacha.
En la conversación ella quiso saber a qué me dedicaba y le dije que era periodista.
Yo también le pregunté qué hacía, si trabajaba o estudiaba y ella con una serenidad asombrosa me respondió lo siguiente:
-Pues, yo trabajo como asistente del encargado de embalsamar los cadáveres en una funeraria.
Cuando me dijo eso pensé que era una broma.
-No me digas?, pues mira que yo soy el que le limpia los zapatos al monstruo de Frankenstein- le
dije.
-Es en serio...mira mi carnet- me dijo.
-Pe...pe..pero y es de verdad?
-Si, ya tengo cuatro años trabajando en eso.
-Oye, qué trágico...y en qué consiste lo que haces?
- Me toca la parte más difícil del proceso, pues tengo que intervenir el cuerpo, sacarle las vísceras y extraer los fluidos para dejarlo listo para el proceso final.
Al explicarme eso sentí un frio que me llegó hasta el pichirrí.
Hablaba con tanta seguridad y fluidez que en sus palabras se podía entenderse que ella amaba y
gozaba su siniestro trabajo.
Cómo era posible que las manos de una mujer tan hermosa, con la que estaba bailando, eran las
mismas que se dedicaban a desmembrar cadáveres en una funeraria?
No ombe no, eso no podía ser.
Y no pude evitar sentir repulsión hacia ella...
Pensaba que si me olía las manos me saldría el olor a formol y todas esas sustancia que se usan para preservar los cadáveres con los que ella bregaba.
Todo un barullo de ideas repulsivas me llegaron a la mente, y desde ese momento no pude ser el
mismo.
Recordé a la turquita Yamile, una chica a la que le salí huyendo cuando me enteré de que se había mudado en el Bronx con un viejo árabe que tenía una funeraria en el primer piso de su casa, que de noche cuando me llamaba me decía por ejemplo "ahí abajo tenemos el cadaver de un niño que trajeron esta tarde para ''prepararlo".
Recordé lo que ella me decía de que a los cadáveres cuando los ''preparan'' le sacan los gases y la comida que tienen en el estómago, porque de no hacerlo la misma fermenta y si al difunto se le afloja el esfinter se puede tirar un ''peo'' que desbarata el más triste y sentido velorio.
Con el agravante de que todo el mundo comienza a acusarse con la mirada, sin percatarse de que
ha sido el muerto el del pedo.
Y es que hay difuntos que si los dejan, ejecutan su última venganza con bellaquerías antes de irse.
Por ello, en las funerarias les sacan los gases y hasta les sellan el culito con pegamento ''Coquí'', no vaya a ser cosa.
Pero volviendo a la bori, y para terminar la historia, debo confesar que después de que ella me
dijo lo de su oficio me enfrié y más nunca me volvió el entusiasmo.
No me importó que fuera bonita, porque ''hasta ahí llegó el palé''...
Inventé una excusa y me dije: ''La huida es inminente'', como dice el Chico Arias.
Con el tiempo, sin embargo, me dí cuenta de que esas son tonterías.
Que los médicos, después de todo, hacen con uno cosas peores.
Todas necesarias para mantenernos alejados por un buen tiempo de aquellas que en las tristes despedidas tienen que hacernos en las funerarias...
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A la verdad es quela vida del sr. Caceres está llena de vivencias y anecdeotas fascinantes.
ResponderEliminarHe gozado un mundo con el asunto de los difuntos.
DIABLO HASTA DE EMBALSAME DE CADAVERES SABE ESTE HOMBRE. BARBARO.
ResponderEliminarjose, por favor publica la anecdota de cuando salió en la prensa el anuncio de que murió Pedro araujo y lo que sucedió cuando Richar douglas y luis cruciel fueron a la funeraria.
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