lunes, 17 de noviembre de 2008
LA IMPUDICIA DE LA INOCENCIA
Al llegar no pude evitar recordar
aquella boite pueblerina
en la que tu y yo
solíamos cantarle a la oscuridad,
intoxicándonos los sentidos,
libándonos la vida en cada trago furtivo
para terminar recostados
en un orgasmo tierno y placentero.
Aquella noche de alocada impudicia,
de sueños de camas retorcidas
y de sábanas manchadas
por los efluvios
de tu inocencia adormecida.
Mis instintos de bestia despierta
en cada canto,
en cada golpe de pecho,
incendiando la noche con tu esencia,
anunciando un parto presentido,
sin comadrona,
sin llanto
y sin lamento.
Y tú, dormida
en cada esquina de un barrio
que se niega a despertar
para no encarar la luz del sol.
Y el día que nace entre los parques
que se llenan de telépatas,
magos y prestidigitadores
mientras muelo los deseos
para no sentir remordimiento.
No hubo tiempo
para embarcar los lamentos...
Los días se fueron,
las noches se marchitaron,
y con ellas la mujer
con la que perdí mi inocencia.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Le acompaño en sus sentimientos.
ResponderEliminarPorque creo que fue usted a dar un pésame.
Alpha