martes, 2 de diciembre de 2008

MERENGUE Y CALLENGUE

Por Raphy D Óleo

Durante los últimos años, la discusión sobre el merengue ha copado los medios de comunicación de una manera apabullante, sobre todo a partir de la efervescencia causada por la explosión del llamado merengue de calle.
La aparición de agrupaciones musicales con pobre lírica, trepidantes arreglos y reiterativo engranaje melódico ha convertido la radio y discotecas en un rin desarmónico donde pelean en pareja el mal gusto y el baile canino.
Todo esto ha traído consigo la llegada de un mal llamado MERENGUE DE CALLE.
Los que siguen el curso de nuestra música no han logrado comprender que esta denominación ofende la inteligencia nacional, toda vez que conceptualiza un género en base a expresiones idiomáticas barriales y no en función de los elementos rítmicos que lo caracterizan.
Desde hace mucho tiempo son nimias las transformaciones que ha sufrido nuestro ritmo vernáculo a partir de cuando se incorporan nuevos elementos sonoros al original guira, tambora, guitarra y posteriormente el acordeón.
Todos esos cambios no han sido más que maquillaje de primera mano realizado por grandes músicos con un amplísimo dominio armónico, pero respetando la esencia básica. Personajes que en base a estudios rigurosos colocan sus capacidades al servicio de un género que debería tener mejor suerte.
No soy de los que se escudan tras una cortina de conservadurismo extremo e hipócrita para criticar a un grupo de muchachos que más que aportar al desarrollo de nuestra música se preocupan por ir ¨en busca del moro perdido¨.
Su norte no va más allá de la línea que divide la herejía de la necesidad. De ahí su cara de ignorancia. No entienden que los fenómenos sociales son reflejos obligatorios de las realidades que nos rodean.
No existe MERENGUE DE CALLE NI MERENGUE DE SALON. Solo existe MERENGUE. Un género, un ritmo. Y si pudiera clasificarse, esto no dependería de sus letras o velocidad. Si ellos insisten en llamar MERENGUE a lo que hacen, que la posteridad los perdone. Pero nosotros hoy debemos ser los primeros en dejar establecido que lo que tocan no es eso. Que han tenido la capacidad de crear algo nuevo pero ni cuenta se han dado. Les sugiero que a ese engendro que han inventado le llamen CALLENGUE.

2 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo Raphy. Fijate que todo se trata de la calidad o del gusto mejor dicho. Obviamente el merengue que toca Omega, El Sujeto, Julian y Silvio Mora tienen su publico. Todos somos clientes de lo que la vida ofrece. Nosotros decimos comprar o no.

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  2. Yo digo que el nombre CALLENGUE todavía sugiere que es merengue, y de merengue no tiene nada, si fuera CALLETON -para ligarlo a alguna corriente- sería un éxito pensar que está naciendo un nuevo ritmo en nuestro pais.
    Por otro lado, pienso que si los que pueden hacer algo por el desnutrido merengue contribuyeran a revivirlo sería muy bueno, pero la mayoría está montado en el mismo vehículo, haciendo este engendro. "Carrito rojo", por ej. es una joya.

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