He tratado de olvidarte con los cinco sentidos, pero se me hizo tarde.
Me quede soñando en el asiento de un tren despierto rugiendo sobre los rieles de un pueblo polvoriento y olvidado.
No hubo tiempo para el llanto ni el lamento...
Tristezas fueron que se marchitaron solas
entre los ''pájaros'' de Baudelaire
y las ninfas de Fracisco Goya
de un palacio de sombras y hojas secas
donde una vez el canto se entretuvo
jugando sobre óleos que se llenaron de polvo.
Y así estaré, viajando hacia la nada sin parada,
hasta derrochar el final de la noche,
incrustado desde hace tiempo en el tiempo,
en el quejido de un rocío que se durmió en la tarde.
Tratando de olvidar aquellos silencios
polvorientos de tardes pueblerinas,
apretujando una sonrisa y mordiendo el tiempo
prometiendo un día volver para despedirme.
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NIURKA BAEZ,
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