domingo, 18 de abril de 2010


LA TELEVISION DOMINICANA EN SUS INICIOS
SE DIO EL LUJO DE MONTAR OPERAS

La Voz Dominicana, posteriormente denominada Radiotelevisión Dominicana, tenía una incidencia tan grande en sus inicios, que se dio el lujo de montar y presentar las más afamadas óperas  clásicas.

La llegada de la televisión en 1952 hizo posible que los telespectadores dominicanos, a mediados de esa década, pudieran presenciar óperas como Cavallería Rusticana, de Pietro Mascagni, y La Traviata, de Giusepe Verdi, con la participación de la Orquesta Sinónica de La Voz Dominicana, dirigida por el Maestro José Dolores Cerón y con la actuación de algunos de los más destacados cantantes de la época, entre ellos Violeta Stephen, Napoleón Dhimes, Tony Curiel, Rafael Sánchez Cestero y Elenita Santos.

Si, porque hasta una sinfónica  tenía la prestigiosa planta radiotelevisora montada por la RCA con todos los estándares de la televisión norteamericana, que incluía en su local restaurante, club, cine, radioteatro, salas de ensayos, ropero con todo tipo de vestuario de época, talleres, local de enfermería, estudios de grabación.

Tenía además ocho orquestas propias, cinco conjuntos,  dos cuarteros, seis tríos, dos duos y una gran cantidad de cantantes solistas, cuerpo de baile y cuadro de actores.

Un ''staff'' de los mejores locutores de todos los tiempos, en una época en que la característica esencial eran las voces  ''ombligofónicas", como la de Rafael Cuello Batista, Jaime López Brache,  Vicente Lora Quezada, Francisco Grullón Cordero, Yoyo Rodríguez, Papi Pimentel, José Francisco Peña Gómez,  Manuel Ruíz Bastardo  Jesús Torres Tejeda, Pedro Muñoz Batista,  Lincoln Guerrero,  Ramón Rivera Batista, Luis Acosta Tejeda, Bruno Pimentel, Hugo Gómez Batista, Felix Acosta Núñez, Fidencio Garris,  José Antonio Núñez Fernández, Osvaldo Cepeda, entre otros.

Una planta televisora con todas las de la Ley,  la tercera en América Latina, cuando muchos otros países  ni soñaban con ese invento.

En los años cincuenta era un lujo contar con un receptor de televisión.

Donde había televisión la gente se arremolinaba y  peleaba para mirar por las ventanas de la casa, subidos en sillas, latas, y no faltaban los que cobraban por dejar  ver la Sesión se Cine o la Semana Anivesario de la Voz Dominicana.

Resalto lo del montaje de las óperas para poner de relieve lo comparón que era nuestro país, haciendo eso en su televisión, cuando todavía nuestros ''descubridores'' españoles no contaban con ese servicio, pues se habían quedado muy atrás de nosotros en ese aspecto, al igual que casi todos los países de América Latina, con excepción de dos.

Hoy día montar una de esas operas ni siquiera lo ve usted que se haga en el Teatro Nacional o en Bellas Artes, por la inversión que supone y el talento que se requiere,.

En esa época aquí había talento de sobra.

El prestigio de la televisión dominicana era tan grande, que todos los artistas del continente querían venir aquí a la Semana Aniversaria

En otro trabajo expondremos todos los que venían, para que vean que el Festival de Música Latina que ahora se hace con tanto ruido, es un ''chivito'' comparado con las decenas de figuras del más alto nivel que venían al país durante toda una semana de espectáculos y celebraciones.








El Caribe, año 1956

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NIURKA BAEZ,
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