PUBLICADA EN EL NACIONAL

ARTE NACIONAL

Por Joseph Cáceres

josephcaceres89@gmail.com

Somos un pueblo que rie y que canta

A lo largo de un recorrido por la ciudad durante el fin de semana, se pudo notar la efervescencia de la gente en los lugares de diversión y esparcimiento, tras una semana de constantes aguaceros, que imponían un obligado confinamiento hogareño.

Es probervial que la lluvia paralice aquí las actvidades sociales y festiva, y por ello la gente quiso aprovechar la pausa para salir a divertirse y a pasarla bien en lugares como el malecón, los centros cerveceros y los ‘’liquer stores’’, que tan de moda se han puesto en estos tiempos.

Todo ello corresponde a la naturaleza y al carácter alegre de nuestra gente, tan diferente a la de otras culturas.

Por ello pienso que de debe tener cuidado en el afan de controlar las actividades festivas y los establecimientos donde la gente busca esparcimiento.

Vivimos en un país donde ni siquiera hay lugares donde compartir con la familia y llevar a los niños, como tampoco los adultos cuentan con muchas alternativas.

Al pobre solo le queda ‘’darse’’ su malecón y su colmadón, pero hasta eso se advierte que se le quiere quitar.

Una cosa es reglamentar, para impedir los excesos, y otra es el maliciosamente tratar de establecer una relación entre delincuencia y diversión,  como a veces se pretende desde el ministerio de Interior y Policia, tratando de ese modo de ocultar su ineficiencia para combatir las causas que generan ese mal social.

No es impidiendo que la gente se desahogue en un colmadón o en un tramo del malecón de la capital que se acabará la delincuencia y se le va a poner freno a la inseguridad ciudadada.

Esos desahogos son necesarios,  por lo que en  modo alguno se debería tratar de satanizar lo que es una necesidad  y un dercho ciudadano, contemplado en la declaración de los Derechos Humanos.

El ministro de Interior y Policía, Franklin Almeyda, bien haría con apuntar para otro lado.

Sus tiros erráticos no están haciendo diana....