Joseph Cáceres

El tiempo nos dio la razón

No soy un ortodoxo de la música, pues pienso que en el negocio no se puede ser así.

Asumo una condición, si se quiere, ecléctica, porque de otro modo se estaría condenando a las nuevas generaciones de público y artistas, a seguir un patrón iterativo, reiterativo, que como todo, se agota.

Prefiero lo interactivo a lo iterativo, que son dos conceptos muy diferentes, y que pongo sobre la mesa porque no me gusta andar lanzando luces de bengala, teniendo en mi zurrón tan buena linterna.

Todo el que me ha seguido en los últimos tiempos conoce que me he mantenido abogando para que las orquestas de merengue y los cantantes solistas criollos abandonen en lo posible las viejas formas y estilos.

Demostraciones hay más que suficientes de que esos estilos y patrones forman parte del pasado, que caen en los lineamientos de un siglo ya transcurrido, y que en modo alguno se puede continuar intentando atraer al público de este tiempo con una estructura musical que ya no le dice nada a la gente de ahora.

Hay que dejarle eso a los merengueros que se han agrupado en los denominados “Años dorados del Merengue” que por lo visto nada nuevo tienen que aportar, y por ende tieden a conformarse con vivir de pasadas glorias.

Cuando vino la explosión de los espectáculos de merengues de los ochenta, que se dijo representaban el "retorno" al auge de nuestro ritmo, me planté y dije que eso no era cierto.

Expresé claramente  que esa nostalgia de la gente por los “años dorados”no representaba en modo alguno un relanzamiento del merengue. Que los que vivieron esa época lo iban a disfrutar, pero la música con ello no iba a avanzar.

Eso molestó a los promotores  del movimiento, entre ellos mi amigo Michael Miguel, que entendía que con lo que decía estaba atentando contra la vieja guardia del merengue que procuraba un nuevo espacio en este tiempo.

Se olvidaba Michael, que he sido uno de los primeros en convocar a la nostalgia desde el programa de televisión Merengala, con El Baúl de los Recuerdos.

Pero, acontece que uno dice las cosas  y no lo entienden....

El tiempo termina dándonos la razón, con un merengue tradicional en declive, cada vez más escindido de la radio y del ambiente, con muchos de sus intérpretes con la mano en la cabeza, sin saber qué hacer.