Joseph Cáceres

UN MOTEL AMBULANTE

Está fuerte eso de que luego de terminar de tocar un baile, los músicos de una orquesta suban mujeres al autobús en el que viajan.

Si fuera para darle una bola no fuera nada...pero son “dos bolas” las que les dan en la guagua, pues tienen el descaro de encerrarse con ellas a fornicar en el baño.

La verdad es que deben tener mucho equilibrio, porque eso de agarrarse en un espacio tan pequeño y con tantos vaivenes y brincos por los hoyos de la carretera, debe ser una odisea.

Aunque pensandolo bien, a lo mejor esos brincos les convienen...los brinquitos puede que ayuden a los músicos en “la tarea”, como en el cuento aquel de “todos vamos pa’ Nueva York”.

Sin embargo, creemos que es una desverguenza y un relajo inadmisible, que  un transporte de músicos que se suponen profesionales, sea convertido en algo peor que un motel ambulante, como los de los chinos de Manresa y San Isidro, donde no bien sale un cliente de una cabaña, cuando ya está un carro esperado que la limpien y pongan en condiciones.

Uno es hombre, y como tal debería hacerse “de la vista gorda” ante esos “desahogos”.

Pero definitivamente, hay músicos que son unos perros...No se lo mando a decir con nadie.

Después llegan a su casa  todo ‘’bajeados”, exigiendole a las esposas que “los traten bien”, porque ellos estaban “trabajando”.

Como cierto amigo, que cuando llega a su casa  a las tres o a las cuatro de  la madrugada, le exige a la esposa que se cepille los dientes cuando ella  le abre la puerta y  le va a dar el besito de bienvenida. Una mujer que ha estado y va a seguir durmiendo.!

Por suerte ella no le pide a él que ‘’se cepille otra cosa’’ al recibirlo.

La pobre no se da ni por enterada....