De vez en cuando hay que desconectarse, y trasegar la memoria, para evitar terminar con el chip dañado, sobre todo en estos tiempos en que somos perseguidos por los depredadores y los terminators que tienen la expresa misión de eliminarnos.
No hay mejor escondite que refugiarse en una casita de campo, de esas que de noche se iluminan con una lámpara “jumiadora”. (Le voy a regalar una a Celso Marranzini un día de éstos.
Dormir en una hamaca, o en una cama colombina con mosquitero, de esas que cuando tú estás haciendo el amor todo el vecindario se entera, porque son las llamadas camas “jabladoras” que revelan tus intimidades con sus indiscretos chirridos.
En la mañana, cepillarte los dientes y hacer buches y gárgaras con agua de un jarro de salsa de tomate. Ir a la letrina con una tuza, porque no hay de otra, para encontrarte con una mosca grande merodeando, de esas que parecen tener gafas de sol.
Desayunar con un ponche hecho a base de yema de huevo, con canela y nuez mocada (enemocada guayada como dice la gente).
Par de huevos fritos con un viaje de rulos, una taza de leche recien ordeñada y un café de pilón.
Luego una vuelta por el pueblo sobre el lomo del caballo trotón que está en la foto, mirando esquivo, corriendo el riesgo de que después no te puedas sentar, porque te duele “el pichirrí.”
Bañarte en el río, donde las mujeres chiviricas están lavando la remúa, y tú enamorando a Patricia, la hija del alcalde, tirándole piedrecitas...
El problema es que si te la levantas, la vieja no se despegará de la mecedora, cuando estés con ella “comiendo gallina”. Sobre todo tratándose de tí, que eres un “pueblita”.
En la tarde, ir a una fiesta de “apaga y vámonos” en una enramada, con un perico ripiao dirigido por un acordeonista desdentado, bebiendo aguardiente y bailando sobre un piso de tierra.
Luego, jondearte un “jervío’’ que hizo doña Juana, “pa’ entoná”, con el rabo de un becerro, con yuca, plátano, ñame, yautía, ahuyama y mapuei, con mucho cilantrico, recaíto, ají gustoso y cilantro ancho.
Beber agua de tinaja, que siempre está fría, que la sacan con un jarro que tiene muchos dientes filosos para que nadie pueda pegarse y beber del mismo.
Un tremendo día de campo, que no lo cambiaría por ningún otro a donde acuden los infames “terminators”.
El tiempo transcurre muy rápido...Ya mañana será otro siglo...por los siglos, de los siglos, amén.
Excelente!Que bien,ja,ja,ja...Definitivamente
ResponderEliminar"por alta que este la estrella de cualquier exultante" no se debe olvidar ese saborsito a pueblo,a barrio a bojio...Coño!Joseph te quedo bonito y sabroso.
Jejejeje, me trajiste todo mi campo a la cabeza. La vida en el campo es menos agitada, más saludable, la tusa, la letrina, el comer tranquilo, todo eso es parte de la vida de los campesinos.
ResponderEliminarJejejeje
Dichosos los que tuvimos la dicha de disfrutar de todo esto. Muchas de estas cosas no sobreviviran por mucho tiempo mas. Gracias por el refreshment, Joseph!!
ResponderEliminarEN REALIDAD YO NO HE VIVIDO; MUCHAS DE ESAS COSA,MUY CONTADAS ALGUNAS, AUNQUE, no resulta dificil con la imaginacion,sobre todo si conoces el campo, aunque sea de pasada.... saborear todo eso y desearlo,querer vivirlo; lo que si realmente, no consigo imaginar,es la TUSA,PARA LA LETRINA...??????me voy asegurar de tener papel de bano,por si mi fantasia se hace realidad, porque la tusa......como que siempre no.
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