Joseph Cáceres

¡Guay! Hombres insisten en maquillarse

Por Orlando Holguín

En un artículo publicado en MSN Latino, una de las páginas que nos actualiza, vimos un artículo que rezaba “El maquillaje toca la puerta del mundo masculino”. Debajo del lead decía: “Estás leyendo bien, cada vez son más los chicos que coquetean con los productos del maquillaje”. Consideramos que debieron encerrar entre comillas las palabras chicos y coquetean. Un chico no es un hombre y, desde nuestro punto de vista, los hombres no coquetean, ni siquiera para conquistar a una damisela, pues utilizan hasta la malicia. El artículo en cuestión, hablaba de delinear ojos, alargar pestañas, de mascarillas y de brillo de labios.

Existe el maquillaje artístico, si se puede llamar así. Es el que nos aplican en televisión en el teatro y otras actividades. A veces se sale de un canal de televisión con el maquillaje (siempre y cuando no sea el de un personaje, pues no somos payasos) y de cada cinco personas, cuatro miran con cara de extrañeza, lo que indica que el maquillaje sigue siendo cosa de mujeres.

Las modas han llevado a muchos (como vacas al matadero) machos a invadir el terreno femenino, con las más variadas excusas. Todo empezó con el metrosexual, pero ya vamos lejos. Opinamos que del metro (sexual) al homo (sexual) sólo hay un brinquito, con un ¡guay! incluido. Y es que consideramos que la cosa más rica que existe en este ínfimo granito de arena que es nuestro planeta, es la diferencia entre hembras y varones. Mientras más entremos al terreno femenino, menos atractiva se hace esa diferencia y ellas también.

Muchos metrosexuales se escudan en esta condición, y uno los encuentra en un salón o spa, con las manos encorvadas para un manicure (eso no es malo), o con  una cosa rara en la cara, o bien con unos ganchitos en el cabello y las cejas listas para ser depiladas. De allí el tipo sale irreconocible, con las cejas envidiadas por cualquier dama, con el pecho, las axilas y quizás hasta el con Callejón de Regina y la verija, (término vulgar del dominicano para referirse al entrepierna, justo al lado de los mellizos de Minnesota), depilados; también, con el cabello que ni el mismo Vidal Sassoon entendería qué le hicieron.

¿Sentirá atracción total por las mujeres el varón, macho, masculino que aplica a su cuerpo todos los recursos que utilizan ellas para ser ellas? Consideramos que los terrenos están bien delimitados. De no ser así, las mujeres vendrían con vellos en el pecho, fueran fuertes, robustas, anti femeninas, machorras, cuadradas, sin caderas exuberantes, sin curvas, con la espalda ancha, y no trajeran ese manjar de placer y sensualidad que se llaman tetas. En fin, cada quien tiene derecho a hacer con su cuerpo lo que le venga en ganas, no obstante, hay límites.

Pero volviendo al maquillaje, ¿se imaginan ustedes a un hombre diciendo las siguientes frases?: ¡Ay, este rímel me ha salido muy malo!”. “¿Tú tienes una sombra beige?”. “¡Ay, compré un pintalabios fushia magnifico!”. “Traje una jalea para la cara de Miami”. “¿Cuál compacto le viene bien a mi dermis?” “¡Ay, Dios, yo si tengo este cutis áspero!”. “Es que no acabo de aprender a delinearme los ojos”. “Ay, el estrés me tiene la cara hecha un desastre”. “¿Tienes un corrector?”. “¡Ay, compré un brillo de labios Margaret Astor con sabor a mango!” “El último lápiz labial de Nina Ricci está divino” “Compré un elixir traído de La India para las bolsas en los ojos”. “Este brillo de labios es horrible”. “¿Quién tiene una sombra color lila?” “¡Riqui, no salgo a la sala, porque tengo una mascarilla puesta!”.

Finalmente, no queremos que las damas que siguen Merengala y algunos caballeros, piensen que estamos infiriendo que el hombre debe ser un “abandonao”, pero consideramos que un buen baño, un perfume para la ocasión, un poquito de crema (de hombre), el cabello lavado y una buena indumentaria, son suficientes para conquistar a la mismísima Marilyn Monroe que resucite. Claro, sobra mencionar que también hay que tener fajo de billetes en el bolsillo.