RENE FORTUNADO

RENE FORTUNADO

 Y EL MARKETING DEL ESCANDALO

FRANK MOYA

Por Johnny Arrendel

René Fortunato no es cineasta, al menos sus obras no reflejan esas credenciales.

Lo que presenta Fortunato no son documentales, sino reportajes de carácter histórico.

Cineasta era Jean Luis Jorge, aunque en esa faceta no se le conociera masivamente como si en la de productor de televisión.

Si el despertar del cine criollo, que no es “boom”, hubiese alcanzado en vida a Jean Luis, el superbo artista habría legado grandes cosas.

La visión estética que  caracterizó a Jorge le colocaba en un nivel muy alto en la escena nacional.

De vuelta a Fortunato, sus audiovisuales no son documentales, entre otras cosas porque ninguno plantea una tesis central.

También tomemos en cuenta el estilo narrativo, que en los trabajos de René es lineal.

Sus planteamientos visuales no despliegan la creatividad que caracteriza al documental.

Ser reportajista intrépido abordar la historia, no es malo, pero solventar una imagen de cineasta sobre esa base lo que demuestra es habilidad para el marketing.

Ahí está el real talento de René, en que se sabe vender.

De otro modo, no habría logrado exhibir en salas cinematográficas sus reportajes de largo metraje.

Audiovisuales inflados, que puede comprimir en no más de 15 minutos, y sobraría espacio para los créditos.

Insisto, todo es marketing en esta época.

Ejemplo: un deportista no tradicional es vendido como campeón mundial, pero nunca lo ha sido. Ni siquiera ha ganado un torneo internacional.

Pero es loable la labor altruista que realiza ese atleta, imagen de varias marcas reconocidas con su sonrisa esplendorosa.

En el mismo tenor tenemos a Fortunato, un “cineasta” que no hace cine.

Estoy convencido de que René fraguó el alboroto por el prólogo de Frank Moya Pons a su libro sobre el Golpe de Estado a Juan Bosch, “Democracia Revolucionaria.”

Los avances tecnológicos conllevan que el público no sea ya tan proclive a pagar por ver audiovisuales que no alcanzan la categoría de cine documental.

Canales internacionales pasan materiales de alta calidad, en diversas categorías, Historia, Naturaleza, Biografías, etcétera.

Incluso, a veces Discovery, History o National Geografic sorprenden con temáticas dominicanas.

Ya no es fácil que René Fortunato recaude millones con la exhibición de sus trabajos. Amén de que la piratería y el Internet reducen el flujo de público a las salas.

Por ello, recicló  como libro el guión de su reportaje, “Bosch en la Frontera Imperial”, lo reforzó con fotos compradas en Estados Unidos, y consiguió que el Senado patrocinara la edición.

Escándalos, polémicas y bultos son las mejores promociones en esta época. Apela al recurso y coloca como prologuista a un intelectual resentido contra Bosch.

La idea surgiría durante el seminario organizado en junio pasado por la Fundación Global Democracia y Desarrollo, con motivo del Centenario del Nacimiento de Don Juan.

Allí, Moya Pons leyó una ponencia, y dejó en claro que mantiene su actitud de siempre reintentar denigrar a Bosch.

Imagínense, graficó que Bosch era meticuloso, recordando que en las tertulias de los años 70, colocaban bocadillos de pollo frito y el escritor devoraba cada pieza con todo y huesos.

También tergiversó a Bosch al decir que le recomendó leer sobre Materialismo Histórico a través de folletos. Los cercanos a Don Juan saben que aconsejaba ir directamente a los clásicos.

Es de los intelectuales que siempre rechazaron incorporar a Bosch a la Academia de la Historia, a pesar de sus obras trascendentales.

Entonces, Moya Pons está descalificado para hacer un análisis equilibrado en torno a Juan Bosch y su ensayo democrático de 1963.

Pretende que fue derrocado por su temperamento, y no cita el contexto histórico internacional y  el atraso que caracterizaba a los militares, la Iglesia y el empresariado.