Joseph Cáceres

COMPETENCIA DE BAILARINAS EN PELOTA

  Por Orlando Holguín

En una de nuestras primeras entregas para Merengala, hablábamos de que la diferencia entre un perro en una funda y el consumidor dominicano, es la funda.

Y los hechos nos siguen dando la razón. Luego de ver al “pobre” Symon Díaz casi llorando y jurando que jamás haría un espectáculo en el Palacio de los Deportes, se sigue demostrando que los dominicanos somos una partida de indios.

Suponemos que Symon debía por lo menos sospechar de las condiciones en que se hallaba el Palacio de los Deportes, pues allí fue suspendido un espectáculo de Rymond  y Miguel supuestamente por la carencia de aire acondicionado y luego se pasó una vergüenza mayúscula en un evento deportivo internacional, un acto que si hubiese ocurrido en China, los responsables se hubiesen suicidado por la verguenza.

Pero  volviendo a lo del consumidor,  el irrespeto al mismo es increíble, sin embargo, los malos no son los que nos irrespetan, sino nosotros, este manojo de indios, estúpidos e imbéciles que somos los dominicanos.

Otro hecho tiene que ver con la pelota invernal, la cual ya arrancó. Este torneo, sin ser el de más calidad del Caribe, es el mejor negocio, pues todos sabemos que a los dueños de equipos se lo dan casi todo.

Si usted quiere ver si el torneo de nosotros es el de más o menos calidad, póngase a ver un juego de los equipos de México, o Venezuela, mire las condiciones de los estadios, mire la organización,  la transmisión. No estamos diciendo que en esos países se juegue mejor pelota que aquí, estamos hablando de la calidad total del evento.

El año pasado, el equipo del Escogido trajo unas bailarinas de Venezuela. (Algunas hasta pasadas de libras). Las demás directivas criticaron el asunto, pero este año se sumaron otros equipos que traen extranjeras para ponerlas encima del Dogout, a dar golpes de barriga, a veces con unos pantalones que muestran a la clara el monte de Venus bien abultado, cual si fueran bailarinas de centros  nocturnos.

Miren a ver en cual de los tantos países donde se juega beisbol ustedes ven eso. ¿Se ve en el beisbol de Estados Unidos, que es el país que queremos imitar en todo? ¿No se supone que en el estadio y también en la televisión hay menores viendo los juegos? Para colmo, los camarógrafos quisieran meterles las cámaras en la cuca a las llamadas bailarinas, que a veces se contornean olvidándose que están en un acto deportivo y parecen chicas del tubo.

Y que no vengan a decir que en la televisión se ven cosas peores a todas horas, pues sucede que se está hablando de un evento deportivo, no de un burdel, ni de una película del cable, o del programa caliente que tiene Vickiana.

Pero fíjense hasta dónde llega el irrespeto. Leyendo la nota que daba cuenta de que el Licey venció al Escogido 8 carreras por 1 en la inauguración del torneo, miren con la perla que nos encontramos: “Una pena que el torneo número 57 comience con la pizarra fuera de servicio. Lo mismo ocurrió con la que lleva las incidencias del interior y la que mide las millas de los lanzamientos”. Oiga que falta de respeto aguantamos nosotros los dominicanos.

¿Qué pasó, no alcanzaron los chelitos del gobierno para arreglarles las pizarras a los equipos? ¿Y la transmisión? Bueno, usted tiene que escuchar una voz comercial en cada lanzamiento, le ponen un cintillo comercial de media pantalla (claro, sin apoyo comercial no habría torneo, pero deberían moderarse un poco), se hacen pausas y cuando regresan a la transmisión hay un out y el bateador de turno ya tiene conteo de bolas y strikes, también, hay que fumarse a algunos narradores que dejan mucho que desear y la bulla propia de una un desorden, más que de un juego deportivo.

No sabemos si ya los baños, los arreglaron, si alguien se hace responsable del vehículo del fanático y si en juegos importantes ya no aparece el mercado negro vendiendo la boleta al triple de lo que cuesta, pues no vamos al estadio Quisqueya desde 1984, época en que éramos liceísta de verdad. 

Para finalizar, El Nacional publicó una encuesta donde un 76% de los encuestados no está de acuerdo con la contratación de bailarinas extranjeras. Nosotros tampoco, y esto va en defensa de las mujeres criollas. Si es en otra nación que llevan mujeres extranjeras a dar golpes de barrigas y a mover las nalgas, sobre todo si se trata del pasatiempo nacional de ese país, se arma un lío.

Ah, ¿y si había dinero para traer bailarinas exóticas, a las cuales suponemos que hay que pagarles en dólares, darle alojamiento y algunas “cositas extras”, que se les irán pegando por el camino a la exuberantes chicas, por qué no se arregló la pizarra del estadio Quisqueya? ¿O es que las bailarinas también las pagamos nosotros los pendejos?