Con todo el respeto que nos merece, Joseph Cáceres se sumó a las personas que abusan del envidiado, vilipendiado, pisoteado, descreditado, ofendido y burlado burro, y no se los vamos a permitir, sin elevar nuestras más enérgicas protestas.
Por más de dos mil años, el burro viene soportando las más ácidas y recalcitrantes críticas, además de mucha envidia. Envidia de los hombres a los que Dios no premió con un arma de reglamento de tamaño considerable, y envidia de las mujeres que están casadas con dichos hombres, a los que les dicen: “Te quisiera más burro y menos inteligente”. Al respecto, casi todos sabemos el cuento (viejo, viejo, pero bueno, bueno, como decían en el programa “Bienvenidos”) del niño que iba con su padre, y al ver a un burro con su parte erecta, le preguntó a su progenitor qué le pasaba. El padre, para ocultarle la verdad, le dijo: “Ese animal está enfermo, mi hijo”. La verdad siempre derrota a la mentira. El niño volvió a pasar con su madre por el mismo lugar, y al ver el burro en la misma condición, le dijo: “Mira, mamá, ese pobre animal está enfermo”, y la madre, le inquirió: ¿Quién te dijo eso, mi amor? El niño le contestó: “Papa”. La madre entonces dijo: “¿Enfermo? Ya quisiera tu papá tener la mitad de la salud que tiene ese animal”.
Ya está bueno, de comparar al pobre burro con todos tipos de personas. Dientes ‘e burro, oreja ‘e burro, boca ‘e burro, son algunos de los epítetos que le endilgan a personas frente a las cuales este pobre animal viene siendo un Denzel Washington. El burro es un animal de prestigio, pues es el símbolo del Partido Demócrata, uno de los dos más importantes del mundo. Una burrada es una metida de pata, pero, ¿por qué la real academia de la lengua no acepta que cuando una persona meta la pata se diga, una “humanada”?, pues estamos metiendo la pata desde el inicio de la creación, y así, metiendo la patota, nos vamos a llevar al planeta de cuajo, humanidad incluida.
Hasta las feministas sacan provecho del pobre animal. Una mujer le pregunta a otra: ¿Qué es un hombre encima de un burro? “Oh, un burro de dos plantas”, contestó la segunda. A otros se les coge con decir que algunos políticos son unos burros, pero ¡basta ya!, pues el burro no miente, y se dice que hay políticos que no han hecho ni el octavo, es más ni siquiera un curso técnico en “Chuliculturas y Vagamunderías”, pero tienen títulos de ingenieros, licenciados y doctores.
Le exigimos, señor Cáceres, que respete al burro, pues no le vamos a hacer el coro a los que dicen que los choferes de guaguas de Fenatrano y Conatra (que es prima de Frank Sinatra, pues Con-atra es lo mismo que Sin-atra) son unos burros. Ya quisieran esos delincuentes que chochan a la gente y salen corriendo, sin que los burros verdes… ¡ay, se me chipoteó! Bueno, esas bestias de las guaguas “Voladoras” no se pueden comparar con el civilizado asno.
Suelten al burro, pues ni en los cuentos se salva, aunque hay algunos que lo reivindican, como éste. Un avión cayó y un hombre sobrevivió. Nadó hasta una isla. Un día, vio una burra y dijo: “¡Ay, mamacita, esta princesa me la pusieron los Reyes!” Esperó la noche, y fue por su dulcinea burra, pero el animal salió huyendo. El dijo: “yo te atrapo”. Al otro día trató, pero la burra salió galopeando. Pasó la semana entera detrás del animal, sin satisfacer sus justificados deseos. Pasó un mes, luego seis. Después de un año y seis meses, todos los días él trataba, pero la burra “abría gas” cada vez que lo veía acercarse. Un día, nuestro amigo estaba en la playa, vio un avión que caía cerca de las costas. Luego del impacto, observó algo que se movía, se lanzó al agua y rescató un cuerpo. Era una mujer, una hembra, una Megan Fox, una Kim Kardashian. Le dio respiración boca a boca. Cuando ella recuperó el conocimiento y tuvo lucidez, le dijo a él: “Oh, Dios, yo venía en un vuelo, el avión cayó y usted me salvó. Bueno, como usted es mi salvador y estamos solos en esta isla, pídame lo que quiera”. Él la miró con los ojos llenos de placer y lujuria y le dijo: ¿De veras le puedo pedir lo que yo quiera? Ella, toda sensual, con su vestido rasgado, le dijo: “Sí, lo que usted quiera”. Él la miró y expresó: “¡Diablos, ayúdame a agarrar esa maldita burra!”.
Tremendo aperitivo, digestivo y hasta postre.
ResponderEliminarUna sola carcajada larga y tendida.
"Y el pavo lloraba y el burro reía..."
Alpha
Bueno Holguin eres una estrella como abogado defensor y lo mejor de todo es lo tanto que me he reido con esta justa defensa tuya en favor del maltratado burro.
ResponderEliminarMe he dado cuenta que la gente que le gustan los animales dicen tengo x vacas, x cerdos, x chivos, x caballos y nunca, nunca cuentan al burro como una propiedad.
L A *****