A final de año siempre acostumbro a revisar los papeles y objetos acumulados para desechar los que ya no tienen utilidad, y que constituyen un estorbo.
Se puede decir que tengo mucho material clasificado, a propósito de que un amigo me pedía que desclasificara documentos.
Muchos, realmente, son muy valiosos pues resúmen en gran medida la historia del arte popular dominicano.
Muchos son los videos y las fotografías que me permite un archivo que alimenta el Baúl de los Recuerdos.
Pero bien, a donde quiero caer es en el hecho de que revisando papeles he caído en cuenta de que tengo un cementerio.
Si señores, un cementerio de figuras que durante los últimos 40 años he visto emerger y desaparecer en el medio, sin que nadie con el tiempo de ellos se acuerden.
Se puede escribir un libro con las figuras que han sido intentos fallidos en el arte, y en los cuales algunos creyeron, e invirtieron grandes sumas de dinero, para nada.
Cuarenta años no es "paja e' coco". Es mucha la gente que hemos visto desfilar y que tenemos documentada.
Dichosos son, y deben darle gracias a Dios, las que se han mantenido.
Las que no han desaparecido en combate y se mantienen vigente.
Por respeto a los "difuntos" no voy a hacer ninguna lista.
Además, no creo que estaría bien sacudir esos altares, cuando en el presente vemos gente que va por el mismo camino.
El cementerio será su destino final, por más que brinquen y salten, mueren ahí, como dice el merengue de Peña Suazo.
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