Una vivencia de película
Corría el año 1977 en que se encontraba en pleno apogeo el club de Los Correcaminos integrado por periodistas y locutores que hacía turismo interno, visitando en caravanas los pueblos con atractivos turísticos del país.Un fin de semana lo pasamos en Puerto Plata alojados en un hotel de Cofresí, y como siempre sucedía, al momento de regresar se rompía la caravana, pues algunos se desesperaban y querían arrancar desde el mediodía a la capital.
Francis Moya y Enrique Fernández eran los más necios, saliendo de regreso primero que todos de los lugares a donde viajábamos.
Hasta en los pasadías, después que comían, se marchaban, pues como buenos dominicanos hacían como Blas.
Sergio Herneandez |
Siempre lo tomaba suave, y en los viajes era el último en salir.
Ese domingo, cuando todos los amigos de Los Correcaminos se marcharon nos quedamos en el hotel toda la tarde, disfrutando de la piscina y del ambiente, junto a Sergio Hernández y Alipio Cocco Cabrera.
A las cinco salimos hacia la capital en el Mach One.
Ibamos todos muy animados, conversando y haciendo chistes sobre las cosas que suceden cuando uno anda en grupo.
Luego de cruzar por Bonao sentimos que se había vaciado un neumático.
Nos detuvimos para hacer un cambio de la llanta pinchada, con tan mala suerte que la de repuesta en el baúl del carro estaba también sin aire.
Anochecía, y decidí dejar el vehículo estacionado en un lateral de la carretera, con Alipio y Sergio.
Asumí de manera personal el tema de resolver el problema de la goma vacía y pediendo una "bola" me llevaron a Bonao en busca de un gomero.
Alipio Cocco con su afro |
No fue fácil encontrar uno disponible domingo en la noche, pero un vecino de un puesto de tapar pinches de gomas que estaba cerrado nos indicó que el gomero se encontraba cerca bebiendo en una barra. Cuando me llevaron a donde estaba lo pude convencer de que abriera el negocio y me arreglara la goma, no sin antes prometerle que además de pagar el servicio le daría para que se bebiera una botella de ron.
El gomero, gustoso, me resolvió el problema y emprendí el regreso hacia el lugar a donde había dejado el carro estacionado con Sergio y Alipio.
Al llegar me encontré raro que no estaban Alipio y Sergio.
El carro estaba con las luces interminentes y no veía a mis amigos.
-Agachate!. Que desde esa casa en aquella lomita nos están disparando!-gritó Alipio.
El y Sergio estaban parapetados detrás del carro, agachados, y Alipio blandiendo un revolver Smith and Wetson de los que asigna la policía a los periodistas.
-Y que rayos es lo que está pasando?- pregunté asombrado con la escena, pues parecía una película de acción.
-Oh, que un señor salió de esa casa, y cuando vio el carro aquí estacionado, entró y salió con una escopeta y nos disparó.
-Como?... Pero y por qué?.
-No sé -dijo Alipio- pero en lo que se averigua el caso yo respondí el fuego, y le hice cinco disparos...me queda un tiro por si acaso vuelve a salir.
-Cúbreme, que voy a cambiar la goma- dije siguiendole el juego a Alipio en su lenguaje detectivesco.
El legendario Mach One |
Me dediqué con Sergio a cambiar la goma pinchada, bajo la vigilancia de Alipio apuntando su revolver hacia la casa del señor de la escopeta.
Al terminar de cambiarla nos marchamos gozando en el camino el momento vivido.
Alipio iba como un héroe con el pechito parado, orgulloso, luego de aquel "intercambio de disparos" donde no hubo por suerte ningún herido.
Llegué a la conclusión de que el señor de la casa se asustó al ver el carro estacionado en la carretera, de noche, con las luces interminentes, y dos tipos raros en su interior. Que temiendo que se tratara de dos delincuentes buscó su escopeta e hizo un disparo de advertencia.
Con tan mala suerte que no contaba con la respuesta que le iba a dar el super héroe Alipio Cocco Cabrera.
Eliot Ness, el de Los Intocables. era un chivito delante de Alipio.
Por suerte el viejo de la escopeta cuando Alipio "repelió el ataque" se metió en miedo y no volvió a salir ni a disparar.
Fue lo mejor que hizo, porque el Super Agente 007 Alipio Cocco Cabrera hubiera dado buena cuenta de él, aunque en la refriega probablemente el señor de la escopeta me hubiera desbaratado el carro con los tiros de municiones.
Que lugar tan extraño para poner el gato en ese carro..
ResponderEliminarQue photocheen esta historia en remolacha, ja, ja, ja me gustaría ver a Alipio con vestimenta de super heroe del oeste.
ResponderEliminarAlpha