Joseph Cáceres

Los domingos la gente de la capital se podía ir de pasadía en la misma ciudad, hasta a pié, sin tener que coger transporte ni viajar a Boca Chica o a Najayo, las playas después de Guibia más cercanas. Guibia era un balneario público, con vestidores, bares, restaurante, baños, en muy buenas condiciones, sin las aguas contaminadas por las cloacas de ahora. Pero también estaba la piscina del Parque Ramfis,  (ahora Eugenio María de Hostos) hoy clausurado y durmiendo el sueño eterno por el "fuíkiti síndico". En la piscina del parque Ramfis la gente se podía bañar con seguridad porque le daban mantenimiento y la cuidaban. Tenían empleados solo para eso. Y había que comportarse bién y no propasarse con las damas, porque podía venir el policía y te daba un macanazo, aparte de que te trancaban "encueros", como escarmiento. Esa piscina no pudiera existir ahora. La prueba está en las que se han hecho para competencias olímpicas, que se han llenado de mugre, sedimentos y de macos...Quién se bañaría en una piscina pública ahora, llena de cajas de picapollo, cotex, pampers sucios, botellas plásticas de agua y refresco, fundas de maní y de eskimalitos vacías, muñecas sin caco, un velocípedo sin ruedas, pedazos de periódicos, fundas de supermercado, un disco de Nikauli, un VHS con el video clip de la Exclusiva de la Bachata, un cabo de un cigarro de Radhy Miranda, que por cierto, ahora vive al lado. Y así, si seguimos, tendríamos una memorabilia perversa y bizarra, de objetos desechables de muchas figuras del arte. No ombe no, no seas tú pendejo!.