Joseph Cáceres

Basta de inventos en el incipiente cine dominicano!

Por Johnny Arrendel

Una de las claves para que el cine dominicano despegue deberá ser que se trabaje con actores de talento y preparados verdaderamente para actuar en la pantalla grande.

El aval para brillar en el cine no lo da el ser alguien conocido o popular a través de otros medios masivos, como la televisión.

Aunque hay actores que se han desarrollado en la pequeña pantalla y por igual se destacan en el séptimo arte.

Por ejemplo, Cuquín Victoria ha demostrado talento no solo en comedias televisivas y shows de night clubes, sino que ha sobresalido en el cine y el teatro.

Cuquín no pasó por ninguna academia, pero mas allá del humor repentista televisivo ha sabido ceñirse a libretos en obras infantiles como, tal como Caperucita Roja, donde encarnó al Lobo Feroz.

Igualmente hizo muchas comedias para la Sala Principal y aquellos vodeviles que eran frecuentes en los años ochenta en la Rávelo del Teatro Nacional. También ha intervenido en diversos filmes.

Claro, hay que reconocer que la mayoría de esas películas presentan el mismo mal que casi todas las producciones dominicanas: debilidades de guión, historias flojas o mal hilvanadas.

Pero, no obstante, los directores y productores criollos le harían un bien a la industria si prescinden de la tendencia a trabajar con improvisados.

Nashla Bogart, Sergio Carlos, Jochy Santos, Tania Báez, Elizabeth Ruiz, Karina Larrauri, Irving Alberti, son solo parte de una lista interminable de gente sin capacidad histriónica que han estado jugando a ser actores de cine.

También es frecuente el caso de gente del teatro que interpretan de manera convincente y estremecedora sobre las tablas, pero que cuando salen en cine dañan su participación debido a la sobreactuación.

De ese vicio no han escapado cumbres de nuestro arte dramático, como Franklin Domínguez, Iván García, Olga Bucarrellly, Geovanny Cruz, entre un gran grupo.

Reconocemos, empero, que  en algunas producciones, teatristas, entre ellos incluso de los ya mencionados, han sabido llenar muy bien sus roles cinematográficos.

Se busca que las figuras de la televisión atraigan al público, pero nada se logra si el resultado en pantallas es decepcionante para las masas.

Observemos que “Andrea”, uno de los mayores éxitos taquillero, impactó por la historia que prometía, basada en creencias mágico religiosas y leyendas tradicionales del país.

Amén de los fallos en guión y edición, así como lo poco creíble de algunos sus diálogos situacionales, Andrea encandiló al público con su temática y  atractivo afiche, no por contar con “figuras”.

Sin embargo, estoy de acuerdo con que el director tenga la libertad de experimentar con gente que no necesariamente tenga formación en la actuación de cine.

Una de las mejores interpretaciones en el cine local fue la de la cantante  Milly Quezada como la madre de uno de los protagonistas en “Yunior 2”.

De su lado, “Nueva Yol”, la producción que marcó un hito, aglutinó varios elementos: 1ro-Novedad; 2do-Un interprete conocido y un personaje ya popularizado; 3ro- Actuaciones adecuadas;  y sobre todo, 4to- Una historia bien llevada por el director Angel Muñiz.