Joseph Cáceres

Sexo en High Definition

Por Niurka Báez

Me considero una defensora del esquema iterativo que suele darse en materia de argumentaciones en procura de atenazar la atención del conglomerado hacia el cual se dirigen.

Las leyes de la verisimilitud son leyes estructurales, de racionalidad lógica y pluralidad sicológica, aun cuando cada quien tiene su escala propia de valores, algunos de ellos llevados como esquifes o rayantes en lo aberrante.

Por lo general algunos temas en discusión se orientan hacia una confrontación de contenidos, formas, posibilidades y analogías que se convierten en puro fetiche kitsch, no digeribles para el fruidor común.

Diría más bien que es un modo de entender los valores que derivan de toda una tradición cultural  de cuño humanístico. Iremediablemente ello nos llevaría a una hipótesis de antropología cultural.

Sería un ejercicio de Ybris intelectualista y aristocrática (profesada casi siempre solo en público, porque en privado el moralista severo suele aparecer como el más ferviente y silencioso adepto a las evasiones que en público censura por profesión).

Se sugiere, se plantea, se denuncia, pero no se afronta. He ahí el problema.

"No discutir con el primero que salga al paso; solo con quienes discuten con razones y no con demostraciones de fuerza"  decía Aristóteles

Por ello no quisiera entrar en la discusión que ha generado el tema del "sexo cibernético" y sus "afluentes", a partir de lo que han escrito aquí Johnny Arrendel y Carmen Celeste Mateo, dos colaboradores enjundiosos de este portal del que he entrado a forma parte que, independientemente de sus estilos y  optica  de acercamiento para abordar la realidad, nos merecen todo el respeto. Pero soy alumna del maestro de esta página, y no puedo evitar regirme por sus enseñanzas, por lo que no barajo entrar al ruedo, aunque debo confesar que prefiero y disfruto confrontar con él temas "hondos" conceptualizados a partir de inquietudes intelectuales.

El me ha enseñado que en base a los argumentos no importa "contradecir y enfrentarse al diablo y a toda su compañía", cuando se practica como una filosofía.

Hemos visto como se ataca los lugares de "desahogo" de los pobres, a los cuales se estigmatiza  al considerárseles "antros de perdición".

Es una labor que todos debemos aplaudir si queremos preservar los lineamientos  que nos confieren singularidad como sociedad organizada en base a principios y normas morales.

Qué bien, venga el aplauso!. Aunque "mi aplauso, va por dentro", como reza el título del monólogo teatral.

Bien por ellos, porque es necesario asumir ese rol, como algo que no debe estar en discusión, conforme a la moral social ortodoxa, aunque al decir esto, no puedo evitar cruzar los dedos.

Bueno sería, que en aras de preservar las normas y costumbres, la moral y los valores que deben servir de soporte a nuestro ordenamiento familiar y social, se ahondara un poco más, para llegar a los niveles  en los que se anidan expresiones más altas de la descomposición que solo se ve en un solo entorno.

Así las cosas, cualquiera pensaría que solo "los de abajo", los que viven en Villa Francisca,  Villa Juana, Villa Franscisca, la Duarte y la Feria, son los únicos que comercializan el sexo ya sea el de "real time" o el cibernético.

Cuando los programas de denuncia lleguen hasta las "casas" y "apartamentos", donde se divierten  los diplomáticos, oficiales militares vestidos de civil,  funcionarios del gobierno, políticos, artistas, empresarios, y gente de la televisión, entonces hablaremos en plural, no en singular...