Joseph Cáceres

Cuando la mano del pilón te golpea 

Ni chauvinista ni dominicano a ultranzas.

Al momento en que el Villano tiene que  expresar lo que piensa, lo dice sin ningún remilgo, aunque le pese al santo, al diablo y a toda su compañía.

El Villano no es dueño de la verdad absoluta, pero en su zurrón no tiene por qué guardar nada que le pueda indisgestar al momento en que lo necesite.

Lo comido por lo servido, así piensa y cree este ser mundano

que tiene la convicción de que el dominicano posee muy malos hábitos alimenticios y es de la gente que más pendejamente come, por atavismos, tradiciones y una disparatada cultura que se resume en un "menjunje" en gastronomía. Con el perdón de los reputados"chef" criollos que ganan concursos todos los años en los festivales gastronómicos, copiando recetarios y haciendo fusiones y reciclajes de platos de otros países.

Y aquí hay unos jurados tan guanajos que les hacen el juego, premiando platos que no tiene creatividad, copiados de concursos de fuera. Porque para "clonar", búsquennos.

La gastronomía dominicana no resiste el más mínimo análisis.  Por esto el Villano tiene que concluir en que sentido general el dominicano come muy mal, ya que una cosa trae la otra.

Qué se puede esperar de la dependencia obligada y diaria de un plato llamado la "bandera"?.

O de un desayuno  al que le llaman  mangú, !vaya usted a ver qué plato más sofisticado: Un plátano verde hervido majado y encebollado!.

Tremenda gastronomía que nos gastamos!....No sea usted pendejo.

Como si fuera poco, y como aquí no hay mucho qué buscar, nos  queremos apropiar del llamado sancocho, un "jervío" de viandas y carnes, al cual le queremos dar una  connotación extradordinaria, como si fuera una genialidad gourmet esta comida de borrachos, tan apreciada de madrugada, después de unos tragos.

Solo hay que ver que cuando se quiere fiestar o agasajar a alguien, a lo que se le convida es a un sancocho.

Y ni siquiera ahí la "pegamos", porque el sancocho, aunque muchos dicen que es dominicano, es un plato originario de las islas canarias, al igual que muchos otros que nos hemos querido "robar" sabiamente..

Lo de la gastronomía dominicana es un terreno en el que estamos "mochos", andando en muletas, pues si nos fijamos bien muchos de nuestros "platillos" son copias de recetas y menus lejanos. Pero eso nadie lo dice...

Apena decirlo, pero nadie mejor para dañar una comida que un dominicano.

Hay productos cuyos sabores se hace  necesario preservar, que cuando caen en la mano de un cocinero se dañan.

Con sazones criollos,  le camuflajean  el sabor a una langosta, al  langostino o los camarones.

Qué decir del infame, que le mezcla esencias fuertes a un carne premiun por el bendito afán de darle un "toque a la criolla"?...

Si pago por una langosta, por qué disfrazarla con cilantrico, orégano, salsa de tomate, agrio de naranja, mostaza, tomates, aceituna, vinagre, matándole el sabor?.

Al final de cuentas estaría pagando por una langosta que al comerla solo sabe a la al "jodío sazón" de ajo cebolla, y cilantro machacado en un pilón.

Vale la pena hacer esa inversión, para al final de cuenta reducirla al vulgar y común sabor de un pilón?.

El dominicano se engaña creyendo que está comiendo algo diferente, cuando en verdad no sale de ser un esclavó del pilón, con su proverbial virtud de a todo conferirle el mismo sabor: El criollo!.

Qué criollo del coño!. Por qué tenemos que atarnos a esa condición?.

Se realmente eso tan fuera bueno, en los hoteles y restaurantes no les prohibieran a los cocineros condimentar con tanto sazón criollo los platos de los turistas, cuyos estómagos no están preparados para recibir una carga tan fuerte.

Si por el sazón criollo fuera no tuvieramos turismo, con la cantidad de gente eructando ajo, cebollín, ajicito gustoso y con revolturas en el estómago después de cada comida.

Lamentablemente, esa es nuestra cultura. Nos encanta adulterar lo que está bien, dizque para darle "nuestro toque", sin percatarnos de que en vez de un bien hacemos un mal.

Es lo mismo que comprar un Blue Label para beberselo con Cocacola, como si fuera un Brugal, matándole "el sabor", el "bouquet" que es lo que verdaderamente le confiere singularidad y particularidad a ese whisky premiun.

Lo peor de todo es la falta de humildad que mucha gente tiene.

Las expresiones del buen comer y el bien  vivir, lo interpretan como un afán de "echar vainas", porque se resienten al verse en el espejo roto de su realidad.

Que sigan creyendo que es un "echavaineo".

Al final de cuenta, la vaina se la echan ellos mismos, al convertirse en motivo de burla y de chistes crueles cuando llegan con su carga de carencias y deformaciones a convivir y a compartir con gente de otras culturas.