domingo, 22 de mayo de 2011



La ciudad discurre y se marcha a pasos lentos,
oteando el paisaje, sin remordimiento, 
entre palacios de sombras y jardines colgantes,
donde alguna vez el canto se entretuvo jugando sobre los árboles que se llenan de polvo, 
sepultando el brillo de viejas glorias
mientras el viento se cansa de resbalar por las paredes, sin tristezas ni dolientes.
Hubiese sido preferible morder el tiempo, sabiendo que el dolor es un pasatiempo ligero, pero no tuve tiempo.
Hoy quiero decirles que soy el compañero inseparable del tiempo, que bañé mis horas de nostalgias con el tiempo.
y mis manecillas marcan quejosamente la soledad de las cosas
que se alejan tristemente por el camino  donde no hay más regreso.
Aquí, donde me veis, incrustado en tiempo,  con estas pupilas que se dilatan por última vez, sepan todos que soy el tiempo,
y lo seré por los siglos, de los siglos, amén...

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NIURKA BAEZ,
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