lunes, 23 de mayo de 2011


             Mejor lo hago mañana

     La mejor disculpa para no hacer algo, es dejarlo para otro momento.  La posposición es uno de los factores más efectivos para que usted consiga hacer su tiempo añicos.  Piense bien cuantas llamadas recibe por cosas que decidió dejar para otro momento.  Recapacite; cuanto estrés le está causando lo que tiene pendiente.  El caso es que la posposición es un arma mortal contra el bienestar y la efectividad.

     Hacer las cosas inmediatamente le pone la mano es una solución simple para que las cosas salgan de su mal llamada gaveta de pendientes.  Si recibe un correo electrónico, no lo lea si no puede responderlo en el momento, reserve tiempo para hacerlo en conjunto con otros, así trabajará en bloques.  Si encuentra algo que tiene que hacer, hágalo.

     A continuación voy a plantearle algunas cosas que puede hacer para que su cabeza no reciba tanto estrés y sus clientes, jefes, amigos y familiares no lo interrumpan tanto y estén felices de tener a alguien que termina sus trabajos y tareas;


     –Haga las cosas una sola vez; cuando lea algo decida lo que va a hacer. Recuerde que existe la urgencia y la importancia. Las cosas urgentes hay que hacerlas inmediatamente y si además son importantes, entonces no dude en terminarlas sin necesidad de pensar mucho en qué hacer. Las que son sólo importantes, pero no urgentes, asígnele una fecha y hora para hacerla antes que sean urgentes... si no le ocupará mucho tiempo, entonces hágalas de inmediato.  Y las que no son ni importantes ni urgentes, ni nunca lo serán, decida si las puede sacar de su vista archivándolas o tirándolas.

     Clarifique su mente; todo lo que tiene pendiente en su mente debe estar en un papel, una lista que irá tachando cuando realice la tarea.  No se mortifique con las cosas que se le van olvidando, ahora están bien anotadas y no ocuparán espacio en su memoria ni le causarán estrés.

     –Resuelva los problemas cuando son pequeños; si hay un problema, o algo puede causarlo, no espere que crezca, accione inmediatamente.  Son muy pocos los problemas que se disuelven en el tiempo, así que no espere magia, por lo regular le costará más tiempo, nervios y hasta dinero resolver un problema mientras más tiempo lo deje pasar. 

     –Disminuya las interrupciones; la mayoría son autocreadas, así que póngale atención. Por ejemplo, alguien lo llama para preguntar si está listo un trabajo, al terminar la llamada usted piensa “ya hubiese terminado si no me hubiese interrumpido”.  Y yo le digo, nadie le hubiese interrumpido si usted hubiese terminado. Ponga los atrasos al día y verá cómo cada día tendrá más tiempo para realizar las tareas a tiempo. Cree la reputación de puntual y verá que la gente no le exige antes de tiempo.

     –Opere mirando al futuro; cuando no tenga atrasos no tendrá que andar en el pasado en su carrera por la vida. Sólo tendrá que concentrarse en el presente y el futuro, no tendrá más que andar apagando fuegos que no le dejan avanzar.

     –Haga las tareas grandes paso a paso; reserve tiempo para dedicarle un poco cada día a las cosas que le llevan mucho tiempo.  La mayoría de las personas no podemos dedicarle cuatro horas corridas a una tarea, mucho menos dos días, así que la mejor forma es comerse la vaca mordida a mordida y no intentar tragársela entera.  Si deja que se convierta en una tarea importante y urgente, posiblemente será un gran cargo de conciencia y una gran fuente de interrupciones.

     –Haga lo que no le gusta temprano; si una tarea no le gusta, entonces hay que salir de ella lo más rápido posible, así no le martillará la cabeza durante horas o días.  Tomarse el trago amargo al principio le ayudará a no construir estrés... sea como sea hay que hacerlo.

     La mejor forma de aliviar la sobrecarga de tareas es realizándolas.  Así que vea su mesa de trabajo o su alrededor en la casa y limpie de tareas pendientes, se sorprenderá del poco tiempo que le llevará hacer las cosas y del enorme peso que se quitará de sobre los hombros.(Diego Sosa)


                                Pierde una hora por la mañana y la estarás buscando todo el día.
                                                    Richard Whately (1787-1863)
                                           Arzobispo anglicano y educador británico

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