martes, 26 de julio de 2011


  ARTÍCULO DE LA SEMANA

Una palabra de más desenmascara

La comunicación es tan rica y bella que utilizada sin conocimiento puede ser pobre y desastrosa.  Una frase con entonación neutra puede no decir nada.  La entonación en el lugar correcto puede persuadir al interlocutor, pero entonarla donde no debe ser, puede cerrar cualquier intención de negociación.
De la misma forma, podemos colocar una palabra que varía toda la intención que tenemos.
¿Ya le han dicho?:
·         “Qué bonita estás, HOY”.
·         AMOR, ¿puedes dejar de tocar en la mesa?
·         Pásame la sal, POR FAVOR.

Y otras tantas frases que parecen fuertes y les colgamos una palabra amable que intenta disfrazar la intención y termina delatando nuestro pensar.
En vez de decirle a alguien que está bonita un día en específico, deberíamos decirle que está más bonita.  O mejor: “¡Qué elegante estás hoy!”  Porque bonita seguro que es, pero no todos los días uno se viste elegantemente.
El inconveniente proviene de lo que pensamos.  Cuando escondemos lo que está en nuestra mente, la frase sale diplomática y el mensaje llega codificado.  El que sabe escuchar, lo descifra y lo comprende en su totalidad.  El que no, intenta escuchar lo que está detrás de la frase, lo decodifica con el subconsciente… El desentendimiento llega.  Un día, la paciencia puede estar al límite y terminan discutiendo sin saber la razón.
“Pásame la sal” es un mandato, el “por favor” no mejora la intención.  La cordialidad no la hace la coletilla, sino una verdadera intención.  “¿Me puedes pasar la sal, por favor?”  Aunque se olvide el “por favor”, la oración es muy cordial porque le da al otro la oportunidad de elegir.
“Amor, ¿puedes dejar de tocar en la mesa?”  Este inicio pretende suavizar el aterrizaje.  La verdad es que si lo quitamos suena muy fuerte.  Pero al ponerlo sólo demuestra que nuestra paciencia está al borde.  Recomiendo preguntarse a uno mismo: “¿Por qué quiero que deje de tocar en la mesa?”  La respuesta posiblemente es que ese ruido me molesta y quizá me cause dolor de cabeza. O que, por reglas de etiqueta, no se debe sacar música de la pobre mesa que además tiene que soportarnos durante el almuerzo. Recomiendo que presente como razón lo que respondió a su pregunta “¿por qué?”.  Por ejemplo: “Amor, mi día ha sido difícil y siento que me puede iniciar un dolor de cabeza; ¿Puedes parar con el sonido que estás haciendo?  No quiero sentirme peor.”  Pero dígalo a tiempo, no cuando no soporta más el tambor que su pareja ha improvisado.  ¿Qué es muy larga la frase?  Pero le llevará a un mejor resultado, y eso es lo que usted procura.

Hasta la próxima entrega

 FRASE DE LA SEMANA
“Decirlo sutilmente logra belleza; expresar la necesidad logra resultados.”
Diego A. Sosa
Consultor, Coach, Conferencista y Escritor


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