Joseph Cáceres

El libretista, el eslabón perdido en las producciones

Por Orlando Holguín

Según me comentaba un amigo libretista, se negó a trabajar en un programa de televisión por participación. Esto se refiere a lo siguiente: Usted, mediante acuerdo verbal, es contratado para escribir libretos en un programa por una suma acordada entre las partes, pero sin disfrutar de sueldo fijo, seguro médico, vacaciones, prestaciones, ni ninguna otra de las ventajas de ser un empleado regular. 

A todo esto, si por una u otra razón el libreto no se realiza, usted se sentó a escribir en balde, pues no se lo pagan. Ahora bien, la cantidad de dinero que ofrecen tampoco es una suma respetable que digamos, pues si se le concediera el verdadero valor que tiene un libretista, una labor de esa naturaleza no se podría hacer por menos de  5 mil pesos por entrega (aunque quizas haya más de un libreto, lo que es una ventaja para el que contrata) y que se le garantice al contratado por lo menos tres o cuatro entregas  a la semana, y así se compensa todo lo que el productor, el canal o el dueño del programa se ahorrarían en todo los aspectos laborables que mencionamos más arriba. Estaríamos hablando de unos 50 a 60 mil pesos mensuales, menos el diez por ciento que nos quitan los políticos para darse buena vida, y otros descuentos, suponga usted que el escritor se quede con unos 45 mil pesos mensuales, que no es la gran cosa para el que tiene que escribir a diaro, pues sucede que el humor como televidente se ve muy bonito, pero escribir todos los días no es fácil. No sé si el amigo en cuestión terminó aceptando el trabajo por la cantidad que le ofertaron en un principio.

El libretista sigue siendo el eslabón perdido en cualquier proyecto: cine, televisión, radio, etc. Salvo honrosas excepciones, como Freddy Beras Goico (EPD), Alfonso Rodríguez, René Brea, Ramón Lluberes y algunos otros, hay quienes siguen pensando que el libretista es una especie de adorno y que es el último al que hay que llamar en un  proyecto.  Programas van y programas vienen y pregunte cuantos de ellos cuentan con un equipo capacitado de libretistas. Pero peor aún, hay quienes creen que sólo las entregas de humor necesitan de escritores, y así usted ve espacios de una hora y media, de dos horas, y hasta de tres, donde no hay un sólo libretista,  porque el productor lo hace todo (aunque no sepa escribir), o sencillamente porque todo está funcionando bien. Es como el dueño de un negocio que dice:”yo vendo sin anunciarme”. Pendejo, pero si te anuncias venderías más y crearías lealtad en el mercado. (Ejemplo: Cerveza Presidente).

En todas partes del mundo, el libreto no es sólo bien remunerado, sino que el libretista es respetado y considerado como parte importante de cualquier proyecto. Se dice que de un buen guión se puede hacer una mala película, pero de un guión malo jamás se podría realizar un buen film. Por eso Spielberg, Eastwood, Cameron, De Palma, Ron Howard, Scorsese, Tim Burton y otros confían, respetan y dan la bienvenida a un buen guión escrito por quienes saben de eso.

 

¿Dónde radica el mayor problema de nosotros los dominicanos? No hay unión. Si todos estuviésemos unidos en todos los órdenes, no ocurrirían estas cosas. Como ejemplo, recordamos que en un artículo anterior donde tratamos  el mismo tema, hablamos de lo que pasó en Estados Unidos y la huelga de los escritores. Los actores apoyaron la misma y decíamos que hasta los dobles en Hollywood tienen su sindicato. Aquí no están unidas ni las iglesias, “contimá”, como diría un  dominicano de verbo campesino, los trabajadores de la televisión. Traigo a colación lo de la unión, porque mi amigo se quejaba amargamente al respecto.

Eso sí, mientras sigan pensando que el libreto no es necesario, mientras crean que un programa de televisión no requiere del servicio, no de uno, sino de varios escritores por lo menos probados, todo para ahorrarse unos pesos, mientras insistan en la improvisación, seguiremos viendo lo que se dice está pasando en la televisión: producciones que se van gastando y algunas que nunca terminan de arrancar. No importa que el canal sea moderno, que la figura sea fuerte, y que el programa tenga arrastre, el libreto no es un eslabón perdido, no debe ser algo medalaganario, sino pregúntele a los gringos, que son los papaupas en la producción de televisión.