Joseph Cáceres

La sabrosura es cultura

Por Johnny Arrendel

No comparto lo que plantea Carmen Celeste Mateo al denigrar el  plátano y a quienes lo consumen, aunque, como Carlín Carlos, pienso que puede ser una pose de nuestra analista españolizada, que, estoy seguro, disfruta el sabor de los bananos.

Si bien es cierto lo que afirma el costumbrista urbano y escritor, Mario  Emilio Pérez, de que en la vida lo más fácil resulta acostumbrarse a lo bueno.

El autor de Estampas Dominicanas refiere que un ciudadano criado en un  barrio populoso y que se muda a sector acomodado, tras su primera noche en el nuevo hábitat, ya proclama  que no soporta la bulla (Citaba su propio caso cuando dio el salto social de casarse con la profesora Ivelisse Prats).

Pero también es real lo difícil de desarraigar determinados patrones culturales, sobre todo en lo referente a los gustos en alimentación, música, modismos al hablar, etcétera.

Por eso estoy convencido de que en el fondo Carmen Celeste es loca con un mangú con huevos y cebollas y con el salami con fritos verdes.

También, que como el 99.9 por ciento de las dominicanas, le perdonaría a su compañero sentimental que llegue de madrugada, siempre que sea con un “sanguche” Payam especial en las manos y el correspondiente jugo de zapote “K”.

Ese es un enunciado del filoso popular Ñonguito que tiene valor de verdad.

Pienso que se contradice Carmen Celeste al censurar a quienes entiende “reniegan de las experiencias multiculturales” y a seguidas expresa que le resulta insoportable consumir plátanos al considerarle “una comida tribal”.

Sin embargo la musácea ha sido incorporada a la  cultura alimenticia de muchos paises del mundo.

Lo de asegurar que algunos tercermundistas siempre están prestos a rechazar expresiones de “culturas superiores a las suyas”, es un concepto que Carmen Celeste debería revisar.

Ya casi ningún pensador asume una cultura como superior a otra, No obstante, se acepta hablar de “grados de civilización”.

Observemos el gran éxito de audiencia mundial que experimentan los programas turísticos no convencionales de televisión conducidos por los celebérrimos chefs, Anthony Bourdain y Andrews Zimmern.

Las producciones de esos tipos singulares, que transmite el canal de cable Travels & Living, parten de la premisa de que la mejor manera de acceder a la cultura de una nación es a través de la comida.

Sin Reservas, con Anthony Bourdain, y Comidas Exóticas, con Zimmern, son considerados, como los mejores programas de viajes por los especialistas en la materia.

Es significativo que el programa de Boourdain inicia con una advertencia sobre su contenido no apto para niños. Anthony es dueño de una  de las lenguas más ácidas para la televisión, escritor de renombre y observador sin prejuicios de las realidades culturales.

En Perú, cenó con un campesino en la selva, y pronunció una reflexión conmovedora sobre la pobreza, la globalización y sus efectos en las personas.

De su lado, Zimmern, es definido como un hombre con estómago a prueba de balas. Recorre las regiones más distantes en busca de nuevos y excéntricos sabores. Degusta los platos más raros, y los encuentra sabrosos.