Joseph Cáceres

Hipólito y las mujeres "pechochas"

A propósito de ésta foto indiscreta que publica Juan Carlos Jiménez destacando el hecho de que el ex presidente Hipólito Mejía no guardó ninguna apariencia cuando se encontró con Carolyne Aquino en los estudios de Super Canal, durante la transmisión del programa "El Poder de las Doce", en su reaparición del pasado lunes, sería bueno recordar que ese tipo de actitud es proverbial en él.
Que Hipólito siempre hace de las suyas dondequiera. De paso, cuando se encontró en el canal con Héctor Acosta le dijo "Torito, me gusta tu nuevo look", aludiendo a la llamativa vestimenta que lucía el artista.
Como pueden ver, a Carolyne la tomó con sus dos manos, para ver de cerca su "pechochidad".


Ay Rosita!, comentó alguien aludiendo a la esposa de Hipólito, quien debe ya estar "curada" de las acciones de su esposo. Con excepción, claro está de Sharmin Díaz, de quien no quiere saber nada, por razones ya contadas.
Dicen que después de que Hipólito vio a Carolyne así, tan de cerca, talvez con deleite, es probable que se declare amante  de las pechuginas y abandone su preferencia por los chicharrones.
Y cuando hablamos de chicharrones, nada que ver con doña Rosita, que por razones de edad en modo alguno puede competir ni compararse en "bumper" con Carolyne.


Lo de los chicharrones viene de una anécdota cierta, de la vez en que siendo presidente se encontraba en un acto inaugural  en Villa Mella, donde actuaba El Torito y su orquesta.
Ya la contamos en una ocasión, pero la repetimos para ilustración de las cosas de Hipólito.
Cuando terminó el acto oficial, Hip ólito le dijo al Torito que se montara con él en el vehículo oficial para  dizque para que llegara más rápido. Pero antes de partir mandó a buscar una funda de chicharrones.
En el trayecto iba Hipólito con su funda marrón de chicharrones, de los cuales le dio un pedazo al Torito, con su pedazo de cazabe.
Los franqueadores delante, con el ulular de las sirenas, como la "jondaeldiablo", y don Hipo y el Torito con su "craki, craki, craki", abrochándose los chicharrones en el vehículo presidencial con su funda.


Otra anécdota, contada ya también por nosotros, pero que viene a cuento, a propósito de cómo se fija Hipólito en las partes pudendas de las mujeres, ocurrió antes de que éste fuera presidente.
En una reunión política llegó la empleada de servicio con una bandeja de café.
Cuando le ponía en el escritorio su taza a Hipólito, éste la chequeó en la entrepierna del jean que llevaba puesto (una especie de "si tu sabes colar café, cuélame este paquete).
Sin más ni nada, Hipólito tomó su café y sin dejar de mirarla dijo: !Muchacha, qué t...!
Los presentes rieron, pero la mucama se quería morir de la verguenza.
Solo atinó a decir"
"Ay don Hipo, uté si es..."