Joseph Cáceres

Fernando Villalona dice que si Dios se lo pide dejaría de cantar música secular...

Y va por ese camino, porque el año pasado grabó y popularizó "Soy un hombre nuevo" que ganó el Casandra como Merengue del Año.

Este año el Mayimbe lo que más ha sonado en la radio es un tema de "esperanza" Y ahora dice que si Dios se lo pide no vuelve a grabar temas como "Tabaco y Ron", "La Hamaquita".

Seguiría de esa manera los pasos a Josie Esteban, que abandonó la línea de "El Tiguerón", "El Cantinero".

Si añadimos a Juan Luis Guerra en su vertiente cristiana, y le agregamos al maestro Ramón Orlando (de El Venao), tenemos que los grandes líderes del merengue, que definieron los ochenta y los 90, están todos colocándose  del mismo lado.

Faltaría Johnny Ventura, quien se casó  por la Iglesia en segundas nupcias en la catedral de Santo domingo, en una ceremonia presidida por el cardenal,  (hace ocho años) como testimonio de su religión católica. Pero que como todo un "caballo trotón", (que hasta en la política se  cambia) se le vio luego haciendo votos por la religión evangélica en Nueva York.

En fin, que todos esos artistas que se aferran a la fe cristiana hay que contabilizarlos como una baja para el merengue tradicional (del ron, los cuernos y la parranda), que es el que más le gusta a la gente, articulado como parte de una gastronomía de amplio consumo.

Es como Radio Universal, que cuando se transformó en cristiana, representó una baja sensible para el merengue.

Es decir, señores, que la crisis del merengue no solo hay que verla desde la optica del envejecimiento del género tradicional en su estilo clásico, con una línea de armonía y de arreglos que a la gente de hoy día le sabe a rancio y le huele moho.

También hay que observar el hecho de que gran parte de sus principales líderes y protagonistas, que hicieron fortuna con el género,  hoy día reniegan de los elementos que le confirieron singularidad al ritmo, y que a lo largo de su historia particularizaron e hicieron viable una  vigorosa conexión con el consumidor más fruidor: El pueblo.