El mercado persa
En la comunicación hay que aprender a leer entre líneas, a descifrar la verdadera intención cuando se escribe con doble pespunte, los sentidos figurados, las alegorías, los tropos, pero sobre aprender a urgar para desentrañar lo que subsiste detrás y debajo de las apariencias.
También es necesario hacer acopio de la frase del poema de Ramón Campoamor que reza: "En este mundo traidor, nada verdad o es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira".
El interés de decodificar el lenguaje no debería sin embargo colocarnos en el pedestal de los clásicos, en razón de que sería un error, que nos conduciría a un virtual aislamiento.
El concepto de cultura en términos clásicos se desfasó hace tiempo.
La cultura humanística con que nos enseñaron nuestros intelectuales, escritores, poetas y maestros en las cátedras de filosofía, que todavía prevalece en países atrasados y tercermundista, se contrapone a la cultura científica del hombre de países ya desarrollados.
El humanismo en la cultura formó hombres en capacidad de desarrollar el intelecto, inclinándolo solo hacia una rama del conocimiento y de la sabiduría, haciendo acopio de la literatura, la historia, la geografía, las ciencias políticas y del fenómeno sociológico.
De ahí aquella rancia caricatura de que el poeta del barrio era un hombre "muy culto", contraponiéndose a aquello de que todo lo que hacemos es cultura.
Y aquí es donde se hace importante resaltar que la cultura científica es la que hace a un hombre hogareño norteamericano construir en el patio de su casa un avión, un carro de golf, o un triturador de vegetales que clasifica los jugos.
Tan culto es aquel en capacidad de recitar un poema o exaltar las virtudes de un cuadro de Goya, como aquel que te diseña y construye una máquina sin tener una fábrica.
Por ello decimos que para adaptarse a los tiempos y decodificar el lenguaje que prevalece hoy día no podemos quedarnos plantados en el pedestal de los clásicos.
La brecha generacional le haría un daño terrible.
Hasta hace poco para enmascarar la intención cuando hablaban de alguien "quedado" , "atrasado" y no se lo querían expresar tan crudamente, decían que estaba "monofónico" existiendo ya la estereofonía.
En estos tiempos digitales, de HD, ahora al que se queda atrás le dicen que está "análogo". Vaya usted a ver...
Tenga pendiente de la ubicación que ahora le den los jóvenes, las mujeres.
Baje del pedestal y de alguna manera procure actualizar sus datos y adquirir conocimiento de un lenguaje que ya no está tan "underground". Verá que el ejercicio no dejaría de ser interesante y hasta divertido.
No olvide que a esa gente los políticos, las grandes marcas, han convertido en su mercado persa.
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NIURKA BAEZ,
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