Joseph Cáceres

Reality shows vs. Televisión netamente dominicana

Por Orlando Holguín

ORLANDO HOLGUIN

La televisión criolla es para héroes, y tanto los que han triunfado, como los que hacen el intento, lo saben. Los que hoy tienen el gran pastel de los ratings en sus canchas y se dan el lujo de llevar al televidente buenas o aceptables producciones, se habían guayado antes, o habían saboreado las penurias que implica el tratar de sobrevivir en este difícil, pero a la vez deleitoso medio. 

Siempre he escuchado que estamos en crisis, pero sucede que la televisión, como oferta de entretenimiento, no ha desaparecido y cada día hay más programas y ofertas. Esto sólo lo explica el hecho de que siempre habrá quienes se atrevan a echar el pleito, sabiendo que triunfar en la tele no es fácil.

Cuando algunos productores copiaron algunos de los exitosos programas de realidad, llamados en inglés reality shows, algunos pensaron  y hasta pregonaron que los programas tradicionales podrían pasar a mejor vida. Con uno de los que discutimos al respecto, fue con mi amigo René Brea, quien, en su análisis, por poco me convence de que a estas alturas del juego los canales iban a estar llenos de reality shows. 

Sin embargo, luego del éxito de Operación Hispaniola (copia) y La Casa de Cristal (otra copia), nadie puede darse el lujo de decir que ha pegado, embelesado o conquistado a los televidentes con una oferta de televisión de temporada. 

La segunda entrega de Operación Hispaniola medio se “guayó”, o no pegó tan duro como la primera, y es que, como dice el refrán, segundas partes nunca fueron buenas.

Uno de los recursos de algunos productores y figuras de este tiempo, es sacar un programa de televisión, y luego que se ven obligadas a retirarlo del aire, adoptan el término “temporada”. ¿No será esto para justificar la salida del mismo? No somos tontos. Nadie saca del aire un programa a menos que la facturación y los dichosos numeritos del rating no estén llenando los requisitos. Así que a otro perro con ese huesazo.

Desde nuestros humildes conocimientos del “chin” de televisión que hemos aprendido, nos dimos cuenta que los shows de temporada, por lo menos por ahora, no iban ni van a copar la televisión local, por dos razones: Primero, todos sabemos que la mayoría son copias importadas, que necesariamente no se adaptan a nuestra gente, y segundo el televidente dominicano sigue prefiriendo la chercha, la jerga, el humor y la televisión adaptada al diario vivir nuestro. 

Nadie, hasta ahora nadie, puede mostrar una producción de temporada o un reality show de creación, netamente local, que haya puesto al televidente de rodillas frente al televisor. No dudamos que algunos realities o programas de temporada hayan tenido buenos resultados en rating y facturación, pero los últimos que se han puesto en escena han pasado sin pena ni gloria, es decir, han sido discretamente “exitosos”, pero sin lograr cautivar a la gran masa. 

Por ejemplo, lo que aconteció con Latin American Idol, claro, porque había allí una dominicana participando y con grandes posibilidades de ganar, como de hecho ocurrió. Pero vaya pregúnteles a muchos de los que vieron a Latin American Idol si siguen o han seguido alguna vez el American Idol original, o si siguieron el apoteósico X Factor que acaba finalizar, con el Midas Simon Cowell a la cabeza, quien abandonó a American Idol, dándole un golpe mortal, pues él es único y lo fue en ese equipo.

En Estados Unidos, uno de los papás de este tipo de programas televisivos, así como en Inglaterra, España, etc., han realizado muy buenos y originales espacios de temporadas, pero a nadie se le ha ocurrido decir que ésa televisión del futuro, como algunos por aquí la llaman, va a hacer desaparecer a los tradicionales. 

Vimos como Yolanda Martínez, una de los que realizan este tipo de entrega, fue cautelosa y comedida al medir su efecto frente a los programas tradicionales. Ahora bien, en los países arriba mencionados tienen muchas ventajas, entre ellas: la mayoría de esas ofertas son originales, disponen de muchos recursos de creatividad y producción, hacen una selección muy meticulosa de los que van a estar al frente y disponen de grandes cadenas para su difusión.

Cuando aquí se realicen y se transmitan tres, cinco o diez programas de temporadas simultáneos, originales, made in Dominican Republic, es decir, producto de lo que es nuestra idiosincrasia, nuestra cultura, costumbres, hábitos, etc., que sean entregas que arrasen con los ratings y que exista una guerra entre ellas, llámese de temporadas o reality shows, y que además logren por lo menos la mitad de lo que pasó con la primera Operación Hispaniola y con La Casa de Cristal, entonces hablaremos.