Hay gente que busca la fama y la popularidad sin pensar en lo que ello conlleva.
Solo ven la parte glamorosa, y tan solo piensan en el dulce encanto que produce ser aplaudido y aclamado, en el brillo de las lentejuelas, las luces, las portadas de periódicos, revistas, las páginas de internet, los "view" del video en YouTube, los viajes, los jugosos contratos, sin reparar en el precio que hay que pagar por todo eso.
Deberían saber que al convertirse en figuras públicas, como su nombre lo indica, pasan a ser propiedad de la gente, y no existe eso de "mi vida privada". Que se van a encontrar con muchos que los quieren y otros que no los quieren, porque así es el mundo.
Un artista puede ser el mejor, sin embargo habrá quienes no le acepten, porque no entra en sus gustos y preferencias, y el que no esté preparado para eso, "se frie en su propio aceite".
De igual manera, mientras más fama y fortuna, más detractores.
Los más famosos son siempre los más severamente criticados y con eso hay que aprender a vivir.
Entender que lo importante es que los afectos sean mayores que los desafectos.
El caso de Beyonce y su hija es ilustrativo.
Antes de nacer ya se especulaba como sería su cara, y las redes y medios digitales comenzaron a difundir montajes donde se bromeaba con el rosto del padre o de la madre.
Esto sin contar de que se habla de que la criatura es el resultado de un vientre alquilado.
Como si fuera poco, después de nacer, hubo que registrarle el nombre como marca, porque ya habían unos avivatos pretendiendo aprovecharse del mismo comercialmente.
Eso lo da la fama, la fortuna, el éxito...De seguro que si fuera la hija de Juaniquita la que "pica pollo" en una esquina de Cristo Rey, nadie quisiera aprovecharse de su nombre, ni le hiciera ningún montaje.
Es el precio de la fama....Donde ni los niños se salvan.
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NIURKA BAEZ,
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