STAND UP COMEDY

Aquí muy pocos lo practican, y en Puerto Rico hay problemas con eso

Si se le pregunta a cualquier comediante qué es los más difícil en el género de la comedia la respuesta para muchos sería el stand up (comedia en vivo). Y es que este arte no se domina con aprenderse cuatro chistes y recitarlos a una audiencia en vivo.

Se necesita ingenio, inventiva, improvisación, empatía, lenguaje corporal, dominio escénico y el desarrollo de un buen monólogo humorístico, entre otras cosas. Es en este género, proveniente del teatro vodevil, que los comediantes se prueban de verdad. Como reza el popular refrán “es ahí, cuando se separan los niños de los adultos”.

Como olvidar hace años a Javier de Jesús “El Machazo” en un club en Matadero intentando hacer reír. Poco faltó para que el público lanzara maní, papitas o lo que hubiese en la barra. El pobre “Machazo” lo que provocó fue una vergüenza ajena que lo único que me preguntaba era porqué no se entierra en el zafacón lleno de cervezas. En situaciones como éstas un minuto se convierte en una hora. Recuerdo que ante la petición del público de que se bajará , “El Machazo” lo retó y le dijo: “Ven tú y hazlo”. ¡Qué feo te quedó!

Un panorama similar, presencié el pasado sábado en el stand up comedy “El cartel de la comedia” en Punto Fijo, pero no a ese extremo. La faena cómica estuvo a cargo de los jóvenes Alejandro Gil Santiago, Mario VI, Carlos Ambert y Josué Torres “JT”. Los chicos salieron ilesos del stand up porque el público los complació con risas. Pero falta mucho camino por recorrer para que dominen a plenitud la comedia en vivo. Los monólogos de humor recayeron en la burla a las mujeres obesas, los homosexuales , el sexo y el caso de posesión de drogas de José “Piculín” Ortiz, que no creo que sea de orgullo para nadie. Menos justificar con chistes el cultivo ilegal de 218 plantas de marihuana.

Mario y Carlos utilizaron la figura del exbaloncelista en sus monólogos. ¡Hello! Tantos personajes pintorescos que a diario ocupan las páginas de los periódicos y a ninguno se le ocurrió integrarlos.

Sin embargo, lo que sí fue el trágame tierra de la noche fue cuando Carlos mencionó a Ana Cacho en referencia a que en la urbanización Dorado Beach, matan niños. Nada lejos de la realidad. Pero su comentario prosiguió al señalarla con un improperio como la asesina. Lo que provocó que el público enmudeciera. Tanto así, que Carlos no le quedó de otra que admitir airado: “No tienen que reírse lo dije porque es mi opinión”.

A los que le fue mejor fue a Alejandro y a Josué que mantuvieron a la audiencia sin el sube y baja de la risa.

Chicos, en fin, es cuestión de pulirse. (El Nuevo Día)