Joseph Cáceres

El desorden que hay en este país no solo se manifiesta en las instituciones públicas, donde las autoridades son poco confiables, al igual que la justicia, los legisladores, el ejecutivo, la iglesia.  En fin, nada escapa a las quejas ni a las críticas. El caos es generalizado, y no solo es atribuible a la delincuencia. Todo está contaminado, y si no se ha dañado, está en ese proceso...
Ni siquiera los que viven fuera del país pueden entrar aquí por los aeropuertos o la frontera con Haití, porque ya se ha denunciado que los asaltan, y los despojan de sus pertenencias, por delincuentes que actúan en contubernio con las autoridades.
Perdonen este juicio pesimista, pero de otra manera no podemos hablar.

Es más, ni siquiera los mismos cronistas escapan al flagelo, pues ya han visto ustedes que se nomina para un premio artistas que no han trabajado, porque han estado convalescientes durante todo un año.
Nadie se preocupó por verificar esa situación y de manera alegre se le concedió una nominación a una bailarina, que es tan honrada, que rechazó la misma y en un gesto que la enaltece hizo público el dislate.
Ella demostró con su actitud, que por lo menos, es de lo poco que tenemos que sirve.
Ni siquiera un concurso de belleza se puede realizar con visos de legalidad y honestidad, con lo que acaba de ocurrir en Miss República Dominicana, que eligieron a una candidata sin percatarse de que estaba casada, y después de coronarla la destituyeron por violación a los reglamentos del certámen.
Todo anda manga por hombro, desde arriba hasta abajo, sin que nadie quede librado de culpa y responsabilidades.
¡Es el caos en una nación digna de mejor suerte!