No
abarates tu imagen
Tú quieres ser artista, lobito, pero debes aprender a
administrarte.
Te encantan los aplausos, el fervor y la aceptación de la
gente, pero todo ello conlleva a un precio que necesariamente hay que pagar.
Ser figura pública exige sacrificios y restricciones que obligan a romper con la rutina y
los esquemas del común denominador de la gente.
Debes entender que el público se alimenta de la fantasía, la
magia y el encanto del artista, y
es algo que debes cuidar y no dañar.
Si la gente te percibe como un ser igual a ellos, ahí mismo
se pierde el encanto y se acaba la magia.
Por ello, en lo posible, debes preservar tu imagen.
Sabes que no puedes darte el lujo de que la gente te vea
empujando un carrito en un supermercado, cogiendo un carro público igual que
ellos, sentado sobre un huacal en un colmadón de barrio, llevando ropa a una
lavandería. No te lleves de quienes toman eso como una expresión de sencillez,
porque con ello no harías más que abaratar tu imagen.
Y ya sabes que lo barato es lo que mucha gente consume, pero
con aspiración de poder algún día
poder llegar a lo mejor, que es más caro.
Llevate de lo que te digo, lobito, que desde los años 70 en
que el zorro empezó en este oficio ha visto muchos ejemplos.
Bastaría con recordar el caso de Héctor Pablo Leyva, un excelente cantante
de Santiago que venía a cantar en El Show del Mediodía, en una época en que era
el único programa meridiano de la televisión nacional, y luego de su actuación se trasladaba a
la calle El Conde, esquina Palo Hincado, y se paraba frente a la entonces
Cafetería Paco's, para que la gente lo viera y le dijera "te vi en el
show".
Pero cuando se anunciaba un concierto con él nadie lo iba a ver.
Para qué, si lo veían en la calle , gratis, figureando en El
Conde?
Otro caso fue el de Sergio Hernández, que salía de un show
en El Maunaloa, y con el mismo smoking blanco con el que había cantado, la
gente lo veía comiendo chimichurri en el malecón, con un pan chorreando ketchup.
No quiere eso decir que un día no hagas un desacato, pero
que la gente lo vea como parte de una excentricidad, una curiosidad, nada que
pueda ser habitual en tí, o algo común y corriente en tu comportamiento público.
Claro que todo el mundo sabe que los artistas también comen,
pero lo hacen en su casa, o cuando salen, en buenos restaurantes, nunca en
comederos, fondas ni fritangas. Y si tienen que hacerlo, porque es su gusto,
deben mandar a alguien a comprar, como hacía el difunto Freddy Beras Goico,
que se "abrochaba" algunas comidas callejeras, pero enviaba a alguien
a que la comprara y se la llevara al carro.
Hay que mantener la compostura lobito, porque la gente es la
primera que "te pica" y "te da tijeras" si te ve muy común y terrenal.
Mientras menos te vean en la calle, más te valoran cuando apareces en algún lugar público, y más interés manifiesta cuando estás
en un escenario actuando.
Te lo dice el Zorro, el que nunca te ha engañado ni te ha
mentido....
Eso si es verdad, a cada rato veo a uno en Price Smart de la Charles Summer con la mujer. Ya por lo que le he visto en el carrito le conozco los gustos, deberia mandar a esa mujer sola.
ResponderEliminarAunque me tienes JAAAAA........ con alexa, POR ESO ES QUE TE LEO. TIENES DEMASIADA EXPERIENCIA EN ESTOS MEDIOS. y sin animos de lastimar a nadie, solo un verdugo como tu podia llevar a esa muchacha al nivel que esta.
ResponderEliminarEntonces lo que hace el mejicano Luis Miguel y Julio Iglesias es lo correcto.
ResponderEliminartotalmente de acuerdo y por eso es que alexa va como va, pa`rriba, eso es saber manejar un artista con categoria y nivel!!!
ResponderEliminarViejo Zorro: Sus palabras bien podrían ser enmarcadas pera que cada artista y aspirante hacerlo, la pueda tener en un lugar visible.
ResponderEliminarCon el cuento de humildad, una gran cantidad de enganchados no han logrado despertar en el publico ese entusiasmo que genera la sorpresa al verse frente un artista aun sea atreves de la pantalla.
eso mismo le pasaba a Anais despues que gano el concurso que la convirtio en famosa,siguio con la costumbre de pararse a comer en las guaguitas del alto Manhattan,y la gente no la asimilaba como estrella.
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