lunes, 7 de mayo de 2012


A crédito y sin intereses
Muchos problemas tiene la gente con los famosos créditos sin intereses. que para recibirlos hay que atarse a un banco, a una tarjeta, y a un contrato de esos que tienen miles de palabras que hay que buscar una lupa y disponer de tiempo para leerlos, lo cual tampoco asegura que usted no caiga en un "gancho", porque están hechos con toda la mala fe del mundo, precisamente para sorprender a los incautos.
En el fondo son contratos con cláusulas donde hay exigencias y obligaciones encubiertas que solo benefician y protegen al prestamista y no al cliente.
¡Y tanto que critican a los famosos prestamista de barrio que cobran el clásico 20 por ciento de intereses, cuando la mayoría de los  bancos son unos usureros por la manera en que manejan sus préstamos y tarjetas de crédito!.
Hasta los  requisitos que exigen en los formularios de solicitud son una patraña, como es ese de colocar el nombre, dirección y teléfono de tres personas que puedan dar referencia del solicitante del préstamo o crédito.
Usted puede poner de referencia a Su Santidad, a Bill Gates y al presidente Obama, y si aparece "fichado" en el buró de crédito no le prestan ni una sonrisa envuelta en una funda.
Hay establecimientos comerciales que operan con bancos u otras entidades financieras a las cuales les hacen un descuento del artículo a financiar por la compra al "cash", y estos se hacen  cargo del trámite y el cobro del mismo.
Y ahí viene el truco de las faciliddes de hasta un año sin intereses, como si no les estuvieran ganando nada al artículo.
Pero tanta facilidad de crédito no puede ser posible....
En muchos casos lo del crédito sin intereses es un mito, porque para otorgarlo se inventan unos gastos de cierre, que equivalen a los intereses, así como también el cobro de un seguro.
Y si el pago es a través de una tarjeta, al que se atrasa en el pago de la cuota,  se lo lleva el mismo diablo.
Lo penoso es que todo ese "trucaje" del banco "lobo feroz que se viste de caperucita roja", no es es para comerse a los más pobres y necesitados. A los que cogen "fiao" sin medir las consecuencias, porque la gente que tiene criterio se cuida de asumir créditos baratos y usureros dizque para amueblar su casa, pues los tiene que pagar hasta tres veces.
Por el contrario, y para que vean como son las cosas, los bancos son los que deben cuidarse de cierta gente de clase media, con formación y experiencia, porque esos si saben como "truquearlos" y  "darle en la madre". Los pobres no, porque muchos no leen las letras pequeñas ni saben interpretar los ganchos de los contratos, diferente a clientes desarrollados con otra cultura, a los cuales los bancos no quisieran ver ni de cerca.
Lo aconsejable es no tomar esos créditos ni usar tarjetas. Se puede tener una tarjeta para casos de necesidad, para viajes, alquilar carros o registrarse en un  hotel, pero no para consumos diarios. Aunque los bancos son tan vivos, que estimulan su uso mediante concursos extraños, de dudosos beneficios,  cuyas bases ni se publican en la prensa
Pero dicen que la "necesidad tiene cara de hereje", porque la gente por conseguir los chelitos o un artículo sin abonar un centavo, firman hasta su acta de defunción.
Porque también han dicho que "la ignorancia es la madre de la desgracia".
Los pobres   son las grandes victimas de los sectores financieros aliados al gran poder económico, que saben muy bien como defenderse cuando los atacan por la usura de las tarjetas de crédito.
No  tienen ningún Chapulín Colorado que los defienda ni tampoco a los famosos "Avengers", los super héroes que se juntaron todos para defender al mundo  en una exitosa película que hoy está en exhibición.
Moraleja?. Los superhéroes defensores del pueblo, son todos personajes de ficción, en su mayoría dirigidos a la juventud y a la niñez, para disfrute en el cine y la televisión, porque ya los "paquitos" o "memos" no se usan.
Los "héroes" verdaderos, los de carne y hueso, que se autoproclaman defensores del pueblo y aparecen haciendo promesas en campaña, son en el fondo anti-héroes diseñados no para los niños, sino para los pendejos.
Lo bonito del cuento es que al igual que a los héroes de ficción de los niños, la gente los aplaude, los celebra, vota y hasta muere por ellos.

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