sábado, 26 de mayo de 2012

 
"Debajo de la amapola, tengo la burra amarrada"

Perla Marola Vargas, aquella niña a la cual Sergio Vargas bautizó con el nombre de un merengue que popularizó en los ochenta, escrito por Luis Dias, es una joven que comienza a recorrer el trillo del arte, siguiendo los pasos de su padre. Ya él la presentó "en sociedad"en un espectáculo de aniversario en el arte cuando cantó con ella. Ahora aparece con una actuación en la película criolla "La Lucha de Ana". Perla Marola empieza a andar cuando su padre da señales de desandar. De otra manera no se explica el hecho de que a dos años de hacer dejado la diputación que ocupó, de la cual se decía le consumía mucho tiempo para el arte, todavía no haya regresado con los brios esperados al terreno artístico. La radio, el medio, está esperando algo nuevo de Sergio, que pueda ser asimilable y convertirse en un éxito. Desde "Dile" Sergio no ha vuelto a "ver a Linda".  Y si bien es cierto que el "ex Negrito de Villa" es un artista de los que se sostiene por su repertorio, (trabajo no le falta), no menos es que para calar en las nuevas generaciones  necesariamente hay que producir y mercadear cosas nuevas. El tiene al público del pasado que lo sigue, y lo disfruta por su gran repertorio. (Igual que Anthony Rios, en el ámbito de la música romantica) Pero hay una juventud que viene ahí a la cual es necesario estimular, independientemente de que muchos estén en "dembow" y otras expresiones. Porque en resumidas cuentas, no toda la juventud asume solo la música de la calle.
Eso debería tenerlo en cuenta el amigo Vargas, quien aparentemente no tiene estrategas, consejeros, analistas, ni asesores que le hagan ver más allá del tabaco,  la taza de café, el vaso de whisky de malta o de Ron Zapaca en Cigarró Café.


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