ARTE NACIONAL
Por Joseph Cáceres
Josephcaceres89@gmail.com
La desaparición del Merengue
de Calle
Cuando llegó la fiebre del denominado merengue de calle se
generó una insoportable presión de gente que a lo interno y externo de la
Asociaciíon de Cronistas de Arte obligó a que se creara un renglón para premiar
a sus intérpretes, tumbándole el pulso a la gente de más criterio, que se
oponía a que se exaltara a ciertos adefesios de la música desechable.
Hubo un virtual
enfrentamiento entre el sector más ortodoxo de la crónica de arte, con una
serie de cronistas de nuevo cuño, surgidos al amparo de la cultura del
"copy and paste" de la internet, que no vacilaron en arremeter contra
los viejos robles de Acroarte, calificándolos de "dinosaurios"
desfasados y otros epítetos.
Al final se impusieron, y lograron que se creara el renglón
del Merengue de Calle, con lo que se pensaba el premio estaba dando respuesta a
un sector emergente, que con sus defectos y debilidades, merecía un espacio en
la principal premiación del país.
Y que pasó a partir de que eso sucediera?. El denominado
Merengue de Calle y sus exponentes entraron en picada, perdiendo base de
sustentación popular, provocando una estampida de sus intérpretes hacia otras
modalidades y fusiones musicales, en las cuales se han refugiado para no
sucumbir de manera total con el
invento que habían creado, que la gente en su momento usó y luego desechó.
Omega fue el primero en abandonar la modalidad, y con él
Juliana, que hoy día lo que está haciendo es merengue convencional, echando a
un lado su título de Reina del Mambo.
En la última premiación Casandra solo figuraron como
nominados en Merengue de Calle dos intérpretes, que entraron en esa categoría a
la fuerza, porque en esa modalidad ya no hay nada que buscar.
Sería bueno escuchar los argumentos de quienes defendían a
capa y espada a un género, musicalmente muy pobre, que no resiste el más ligero
análisis de alguien que sepa de música.
Un género cuya armonía (si así le puede llamar), no pasa de
dos tonos (tónica y subdominante), que nunca podrá compararse a composiciones de hasta 120 acordes. Peor aún, con intérpretes
carentes de afinación, modulación y una lírica horrorosa y atroz.
El Merengue de Calle ha sido tan pasajero como el Merenhouse
de los noventa.
Bueno sería reunir
a sus defensores en un baile donde participen sus ex intérpretes, y
obligarlos a bailarlo "hasta el amanezca", como castigo, a ver si es
bueno, "por pechú", como dice uno de los personajes caracterizados por Cuquín Victoria.
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