Asalto entre gatos
Resulta dolorosa la modalidad que han implementado algunas
casas disqueras en perjuicio de los compositores de canciones.
Sólo acogen los trabajos en las producciones que
graban si les permiten compartir los derechos de autor.
Tratan con ello de beneficiarse del pago de los derechos de
autor, por difusión o ejecución, y llevarse una tajada de lo que le toca al que
hizo el tema.
Roy Tabaré, por ejemplo, ha ganado millones con las canciones que ha hecho a Ricky Martin, a Alejandro Fernández, pero en algunos casos su
firma aparece junto a la de otros.
Esos "otros" son los de "la mordida" de
las casas disqueras, que en el caso del merengue y hasta de la bachata, quieren
ganar en todo, ya que también usan la modalidad de exigir el 10 por ciento del
"booking", o sea de todos los contratos de actividades y los bailes que tocan los grupos.
Claro está que ellos saben a quien se lo hacen.
Por ejemplo un Juan Luis Guerra, que recibe millones por
concepto de los derechos de las canciones que ha escrito, con las que anda el
mundo entero, no entra en ese juego, como tampoco otros grandes cantautores.
Pero a los chiquitos "los muerden".
Pero esa practica no se queda arriba. Algunos directores de
orquesta cuando un compositor les lleva un tema, al momento de grabarlo dicen
que le harán "pequeños cambios".
Ello no es más que un truco para justificar aparecer como
co-autor en los créditos, y que los compositores reales, originales, tengan que
compartir con ellos los beneficios de los pagos de derechos.
Como pueden ver, lo que hay con la música es una
"cadena de gatos", donde los del techo muerden y aruñan a los de
abajo, y viceversa.
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NIURKA BAEZ,
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