Los vampiros aparecen a
medianoche
El reloj marcaba justamente las 12 cuando ella hizo su
aparición.
Entró por el portón trasero que había dejado abierto
esperando su llegada.
Lucía inquieta y ansiosa por chuparme. Sus labios cenizos la
delataban.
Por ello no opuse resistencia cuando se avalanzó sobre mí y me clavó sus filosos colmillos
en ei cuello.
Sentí como mi sangre fluía a borbotones mientras ella se
saciaba.
No me quedaba más remedio que permitir que se alimentara de
mí con lo escuálida y debil que
estaba. Después de todo era la última vampira megadiva que quedaba de una
especie en extinción, y yo era el único eslabon que podía prolongar su
existencia.
Aquel minuto que estuvo en mi cuello me pareció una
eternidad. Olía a pólvora, pero no me importaba darle mi sangre, no podría negar
que me gustaba.
Cariñosa y tierna a veces, salvaje, peligrosa y agresiva
cuando tenía hambre.
Cuando se desprenció de mi cuello me miró con ternura, como
una gata en espera de una caricia de su dueño.
Tomé su cabeza en mis manos y hundí mis dedos en su pelo
negro y lacio. Gemia de placer mientras me movía en su pelo. Fue cuando me di
cuenta de ue estaba excitada.
Poco a poco la fui despojando del vestido negro que llevaba,
hasta quedar en unas diminutas bragas que delineaban su bien torneado cuerpo
que parecía haber sido esculpido por el cincel de un artista.
La tome por la cintura y por espacio de una hora estuvimos
levitando...
Un viento entre cálido y frío entró por la ventana, y cuando
todo estuvo consumado no pude evitar sentir el remordimiento de haber procreado con ella un vampiro de
condiciones excepcionales, capaz de durar más de mil años.
Un vampiro que habría de nacer ya al día siguiente, porque a
diferencia de las mujeres comunes y corrientes, las vampirfas no necesitan una
espera de nueve meses para procrear.
Estuve a punto de arrepentirme y de obligarla al aborto,
pero ella al parecer se percató de mi intención y salió volando.
Se fue por la ventana dejándome envuelto en un mar de
incertidumbre, de dudas, y de espanto.
Nunca más la volvería a ver...
Su vida acabaráia justamente en el momento del parto y del nacimiento de una nueva
criatura para el mal.
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NIURKA BAEZ,
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