Joseph Cáceres

Ahora que el tema sobre la fealdad y la belleza masculina está sobre el tapete, debido a la puesta en escena de la película de nuestro amigo Alfonso Rodríguez, “Feo de día, lindo de noche”, queremos compartir con ustedes algunos aspectos relacionados con el físico del hombre frente a las damas. 

Ya lo dijo ese gran poeta del merengue y la jerga popular, amigo nuestro también, Pochy Familia, que “a las mujeres les están gustando los hombres feos”. En nuestro peregrinar por las calles de la capital, como El Delivery de Ke Colmado, realizando encuestas controversiales, raras, jocosas, otras pícaras y algunas con ciertas partículas de seriedad, hemos ido conociendo y reafirmando aspectos psicosociales de cómo piensan la mujer y el hombre del patio en materia de pareja, relaciones amorosas, conquistas, etc. Claro, no lo estamos haciendo como ensayo científico, ni para llegar a conclusiones complejas, pues ése no es nuestro objetivo. Lo mejor de este tipo de investigación es que las respuestas vienen de la gente común, obtenida de un personaje popular, que en nada busca mostrarse como perito o psicólogo, tampoco poner en una posición incómoda al entrevistado con preguntas rebuscadas, propias de un cuestionario de Sigmund Freud.

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En varias encuestas que hemos realizado, en las cuales cuestionamos a las mujeres sobre su posición acerca del hombre feo frente al espécimen bonito, las damas se han inclinado por el feo. Pero claro, hay que ver las circunstancias en que ellas se decidirían por un ejemplar masculino que, el día que vino al mundo, la belleza estaba de vacaciones. El Título de una de esas indagación era: ¿Qué prefieres, un hombre bonito en un motor (motocicleta) 70, o un feo en un Mercedes Benz? (del año, claro está). Muy pocas mujeres eligieron al bonito en el motor 70.

En otra encuesta les preguntamos a las chicas qué preferirían, un hombre bonito “desabrío” o un feo sabroso. En esa ocasión, las damas se inclinaron por el sabroso desprovisto de belleza. 

La presencia del motor 70 y el Mercedes Benz, cotejando las respuestas que dieron las féminas, nos demuestra (y no hay que ser un erudito) que el interés tiene mucho que ver en los resultados, pues muy pocas mujeres quieren a su lado hoy día un hombre feo pelagatos, que no las lleve ni siquiera a comerse un helado. Muchos hombres que saben cómo está el mercado amoroso en estos tiempos, donde ya facilitar sólo lo del salón, es una ofensa, prefieren retirarse si ven que no pueden complacer los gustos de la damisela a la que conquistaron o pretenden conquistar. Ahora bien, no podemos condenar el hecho de que la mujer desee un hombre que le “resuelva”, porque eso de tener romance, amores,  aventuras y encuentros amorosos con hombres sin un céntimo en los bolsillos, es cosa del pasado. La economía ha cambiado, las relaciones han cambiado, y el aspecto que tiene que ver con el interés, en cualquier circunstancia o terreno, es intrínseco del ser humano. 

En cuanto al hombre bonito, pero desabrío, a la mujer dominicana le gusta el hombre con sus truquitos, y que le demuestre en la cama que es el “malo” de la película. El hombre bonito, quizás amparándose en que él gusta, no se emplea a fondo a la hora de demostrar quién es que tiene el látigo en la mano. El feo, consciente de sus limitaciones físicas (en cuanto a hermosura), sabe que tiene que trabajar finamente. De ahí que, al observar algunos casos de mujeres con piel muy blanca, acompañadas de un hombre de piel oscura y de aspecto ordinario,  uno se pregunta: ¿y qué diantre hace esa rubia con ese tipo tan grotesco? Bueno, sucede que ese semental es quien le desencaja los sentidos. 

En cuanto al sexo, se llega a la conclusión, cada vez con más seguridad, de que el hombre feo trata de satisfacer más a su pareja. Con ello no estamos induciendo que no existen hombres “bonitillos” que no se empleen a fondo, en un relación íntima, pero según estudios realizados, en la conquista, así como en la cama, el feo tiene más autoconfianza, sus condiciones y desventajas elevan su autoestima y lo hacen lucir más seguro y decidido a demostrar que la belleza es secundaria a la hora de lanzarse a la conquista de una chica, de poder cazarla y de dejarla completamente satisfecha y exhausta.