Joseph Cáceres

Adeste fideles

Lo lamento por aquellos cuyo gusto y capacidad de apreciación  tan limitados no les permiten salir de los tradicionales temas navideños reiterados cada año en los programas para la ocasión.
Salsa Pa' Tu Lechón, Cascabel, El Pavo y el Burro, Volvió Juanita, Alegre Vengo, Volveré, y toda la demás música, que aun cuando no sea propiamente navideña, ha quedado institucionalidad como parte de la celebración.
Esas canciones son tan navideñas, como el pavo y el lechón.
Forman  parte de nuestra cultura, costumbres y tradiciones, que en modo alguno podemos desdeñar. 
Sin embargo, eso no lo es todo. Llega un momento en que a fuerza de arrastar esa tradición, se convierten en una carga que en algún momento hay que decirle: ¡Ya basta!. 
Como dice la canción, es  "la misma pela".
Uno entiende que hay otros campos disponibles para recrear el espíritu, vedados para quienes son incapaces de ascender y accesar a dominios que por carencia de formación y educación les han sido prohibidos.
Cómo negarse y sustraerse a la emoción de un Adeste Fideles, recreado aún sea por un organillero de la catedral de Winchester, con sus efluvios eternos de la Europa del siglo XVIII en un canto de alabanza  que glorifica y exalta el nacimiento de Jesucristo?
"Adeste fideles laeti triumphantes, venite, venite in Bethlehem, Natum videte, regen angelorum".
Permítanme, por favor, un momento de distracción, alejado de la chercha navideña mundana, barrial, y del cerco coloquial, a veces  irrespetuoso, de la plebe iletrada, que concibe el mundo muy estrecho, porque comienza y termina  en su cerebro.