Joseph Cáceres

Muchos de los que a veces opinan sobre figuras públicas, ya físicamente desaparecidas, hablan como se dice, popularmente, por "boca de ganso".
Por ejemplo, el caso de Casandra Damirón, que la nueva generación de cronistas de arte ni siquiera conoció en su "momentum", ni en su labor posterior.
Una mujer con un temple y un carácter que no era cualquiera que le podía venir con "guararé", lo que explica en muchas fotografías que existen de ella su expresión de hierro y  desafiante.
Pero detrás de todo eso, un alma noble, solidaria, apegada a principios éticos, profesionales, que le granjearon el respeto de gobiernos, autoridades y de toda la sociedad.
Ya contamos el episodio de cuando demandó a la línea aérea Pan American, por uso indebido de su nombre e imagen en un álbum que auspició sobre música dominicana.
Porque a Casandra había que andarle con "pies de plomo".
Y tanto es así que, no la imaginamos en estos tiempos de tanta chabacanería, vagabundería, desorden político, social, económico y artístico.
De ella Zorro puede decir que la conoció en sus primeros años en el oficio de la comunicación, tras la llegada desde Europa del folflorista Fradique Lizardo.
En interés de abrirse su espacio en el medio, Fradique desde que llegó, la emprendió en contra de los folkloristas constumbristas tradicionales que había en el país.
Los atacó sin piedad, negándoles calidad, cualidades y condiciones para considerarse "investigadores y maestros del folklore", pues decía, (en algunos casos con razón), que lo único que hacían era formar grupos de danza para entretener turistas de los hoteles, donde la gente salía con un vaho a humo, porque hasta rituales del vudú haitiano incluían.
El grupo atacado por Fradique estaba integrado por Josefina Miniño, Blas Carrasco, Casandra Damirón, y de paso le daba su "toquecito" a la profesora Nereyda Rodríguez.
Siendo Zorro en los años 70 uno de los pocos cronistas de arte de incidencia en el medio, los folkloritas vapuleados por Fradique de una manera u otra lo envolvieron en sus reuniones para que conociéramos su trabajo y su labor, ante el ataque desmoledor y hasta cierto punto, desconsiderado, de Fradique, quien llegó dispuesto a desmitificar y a romper con todo lo que había, y todo porque él había llegado del extranjero con unas concepciones más avanzadas en torno al folklore.
Y ahí está Josefina Miniño, que no nos dejaría mentir, porque con ella y el grupo, participamos en algunas reuniones celebradas en el Palacio de Bellas Artes.
Pero volviendo a Casandra, aparte de su labor cultural en la divulgación del folklore de manera esencial, en el aspecto social era una mujer muy chévere. En su casa de la avenida José Contreras con frecuencia se organizaban cocteles y encuentros sociales con artistas internacionales a los que ella agasajaba, al igual que Rafaelito Marrero, quien fue bautizado como el Anfitrión de los Artistas. 
Se recuerdan los ágapes que hacía Casandra en su casa, entre otros los de Angela Carrasco, en los años que atronaba como cantante en España, y que venía al país con su acento español, que tanto le criticaban.
(Angela fue nuestra compañera de estudios en el Liceo Unión Panamericana, en la época en que su padre, Blas Carrasco, tenía una academia de música donde enseñaban a tocar guitarra. En los viernes sociales del liceo en el auditorio, ella siempre iba a cantar con su guitarra).
En el patio de la casa de Casandra, adornado por muchas matas y flores, quedaba el "romódromo", lugar donde los invitados se sentaban a compartir tragos, "guitarreos" y buen ambiente, con muy buenas picaderas para hacer "zapata".
Pudiera seguir contando detalles de vivencias  del entorno de Casandra de las cuales mucha gente está muy lejos.
Pero vamos a dejarlo ahí. Lo que si quiere Zorro que tengan en cuenta, es que él no danza al clamor del reggaetón ni el dembow de este tiempo. Los sonidos de su danza provienen de tambores lejanos...